Jesse Welles es la nueva sensación de la música folk americana. Famoso en redes sociales por cantar sobre temas de actualidad casi en tiempo real, edita ahora “Middle”. Un intento de grabar un disco con aire más atemporal. Para ello, ha escogido a Eddie Spear como productor (el hombre que está detrás de los controles en los discos de Zach Bryan o Sierra Ferrel). Un paso adelante muy importante para el tipo llamado a ser el Pete Seeger de su generación.
Escucha “Middle” de Jesse Welles aquí:
Welles, cantautor a la vieja usanza, con su melena desaliñada y una voz áspera y potente, ha ido subiendo en relevancia gracias a videos en las redes donde cantaba sobre todos los temas de actualidad con aguda perspicacia. Tiene 30 años, pero tiene ya una larga carrera detrás. A los 11 años, ahorró para comprar una guitarra en el Walmart de su pueblo. No se separaba de ella. Menos tras descubrir en la biblioteca del pueblo “Anthology of American Folk Music” y el debut de Bob Dylan.
A Welles le habían dicho que su voz sonaba a truenos, pero escuchar esas grabaciones le hizo ver que él también podía cantar. De adolescente pasaba los veranos grabando discos enteros en soledad. Después del instituto grabó bajo el nombre de Jeh Sea Wells y estuvo en las bandas locales Dead Indian y Cosmic American hasta que se mudó a Nashville. Allí formó una banda llamada Welles, editó un álbum casi grunge,«Red Trees and White Trashes» (2018) pero, a pesar de pelear mucho, nada funcionó.
Regresó a Arkansas, decidido a dejar la música. Pero el gusanillo siempre estaba ahí y empezó a publicar versiones de clásicos en sus redes. Entonces, su padre tuvo un ataque al corazón y la situación sanitaria en USA le cabreó tanto que empezó a cantar sobre temas de actualidad, lo que él llama “cantar las noticias”.
Habla sobre los problemas alimentarios en “Fat”: “Es tu propia maldita culpa que estés tan jodidamente gordo/Toda la comida en la estantería/Fue diseñada para tu salud/Así que tendrás que asumir la culpa”. Es muy agudo al afrontar el problema del fentanilo en “Fentanyl”: “Si eres pobre, dicen que tuviste una sobredosis/ Si eres rico, dicen que lo adulteraron”. “War Isn’t Murder”, una de sus canciones más recientes, trata sobre Gaza sin tomar partido por ninguna de las dos partes: “La guerra no es asesinato, los hombres buenos no mueren/ Los niños no mueren de hambre y todas las mujeres sobreviven” , aunque si menciona la idea de Trump de convertir la franja en una Marina D’Or.
Pero la canción que acabó de lanzarle al estrellato fue “United Health”, publicada unas semanas después del asesinato del director de la compañía en New York. “Los directores ejecutivos van y vienen y uno simplemente se fue / Los ingredientes que tienes hornean el pastel que obtienes”, “Salud mercantilizada, fraude monopolizado” o “Son dueños de préstamos y médicos, farmacias y medicamentos / Deberían comenzar a vender tumbas para nosotros cuando todos estemos muertos” son algunas de las certeras frases que canta. Un tema que coronaba un 2024 hiperactivo, en el que lanzó dos discos, el doble “Hells Welles” y “Patchwork” en apenas tres meses. Para culminar su ascenso, fue invitado al Farm Aid 2024 donde Dave Matthews lo presentó como “uno de los mejores compositores que he escuchado en mi vida”.
Las canciones de “Middle” suponen su apuesta por no quedarse en el papel de cantante protesta. Gran parte del álbum intenta crear letras que exploran el interior del alma humana, sin buscar narrar hechos actuales. La religión, la guerra o el amor son parte del menú. Sí, sigue cantando sobre la vida moderna, pero de manera más metafórica. “Horses” habla de la política exterior de Estados Unidos, pero reflexionando sobre el amor y el odio, con un sonido muy deudor del “Desire” de Dylan. “Todas mis camisas están hechas en Bangladesh/todas mis camisetas en Vietnam/hay lugares que ignoramos silenciosamente/hay lugares a los que vamos y bombardeamos”. “War Is a God” podría tratar de cualquiera de los conflictos que nos acechan. “Tal vez el hombre no haga la guerra/tal vez la guerra sea solo un dios”.
La producción de Spear hace que cualquier fan de clásicos como Neil Young o Bob Dylan puedan disfrutar del disco. “Certain”, por ejemplo, tiene un aroma muy Tom Petty. Con un consejo: «Te convertirás en lo que odias si buscas reemplazar lo que odias». “Fear Is a Mind Killer” es, como indica su título, una llamada a la acción. El miedo es el asesino de la mente y no podemos dejar que lo sea. Aunque viendo al gobierno de Trump, no sabemos si Welles debería dormir tranquilo. Después llega “The Wheel”, sin grandes mensajes pero con un sonido completamente atemporal. Quizás, con “Anything But Me”, lo mejor del disco; allí donde demuestra que es un artista grande.
“Every Grain of Sand” es un vals country repleto de pedal steel y dobro con un aire a Dylan. “Simple Gifts” nos trae al Welles más tradicional, solo con su guitarra, en una canción llena de melancolía e incertidumbre. “Why Don’t You Love Me” casi podría pasar por un outtake de los Eagles, con su ritmo trotón cercano al soft rock. Lo mismo que “Rocket Man”, otra con indudable sabor a clásico.
“Middle” cierra el disco con una balada folk clásica muy dylaniana. ¿Aprovechará Jesse el revival provocado por el biopic del judío? ¿Se convertirá en el portavoz folk de esta generación? Cantar canciones sobre alimentos procesados, corporaciones mafiosas, denuncias a Boeing, fentanilo, Amazon o Elon Musk puede quedarse desfasado en unos años. Con este disco, Welles parece querer demostrar que es mucho más que un oportunista narrador de noticias y también sabe escribir canciones que pervivan en el tiempo. Como “Knockin’ on Heaven’s Door”, “Have You Ever Seen The Rain?” o “Sweet Jane”, canciones que versiona en directo y que, al parecer, el público acoge casi con indiferencia frente a sus composiciones propias.