Kenny Garrett en formato sexteto se reencontraba con el público madrileño el 24 de Marzo en el Teatro San Pol. Alrededor de doscientas personas acudieron a la cita para presenciar al legendario músico estadounidense acompañado por grandes músicos. Nos ofrecieron un recorrido musical de una hora y cuarto ofrenda a la multitud de influencias de las que se nutren sus composiciones modelado en su último disco «Sounds From The Ancestors». Una explosión resonante donde la amalgama de sonoridades desató por momentos la locura instrumental. Magnífica proyección instrumental y sonora donde prevaleció una descomunal cadencia rítmica a cargo del batería Michael Shekwoaga Ode y Rudy Bird a la percusión. Las melodías que emanaban del saxo eran escoltadas por el apoyo vocal de Melvis Santa. Desconocemos el nombre del contrabajista pero resaltar su importancia durante toda la actuación y aunque aparentemente estuvo en un segundo plano su resonancia fueron las palpitaciones rítmicas.
Keith L. Brown puso sensibilidad con las teclas del piano y la ejecución de diferentes matices sonoros dieron un toque de distinción. Predominaron las influencias afroamericanas, ritmos cubanos… entre congas, contrabajo, piano, batería y estímulos vocales incrementaron el potencial del saxo. En los momentos más arrítmicos la improvisación dio lugar al libertinaje sonoro, melodías que entraron en bucle… una verdadera demencia polifónica… secuencias indómitas resultantes del aprovechamiento de las posibilidades que abarca cada instrumento. El jazz como lenguaje universal, sus composiciones no renuncian a nada, todo lo que le llama la atención tiene cabida adaptándolo a su forma de entender la música.
No les fue difícil conectar con el público, el aporte de palmas, entonaciones vocales… arroparon el enriquecedor discurso sonoro. La inagotable fuente pulmonar de Garrett derrochó múltiples tonalidades que se dispersaban del resto de sonoridades dando lugar a la incoherencia armónica. La amplia magnitud del jazz es expresar lo inexplicable que se reduce a la experiencia sensorial tanto del intérprete como de los oyentes. Con todo el público en pie bailando y coreando la melodía del último tema emprendieron la marcha hacia los camerinos sin tener la cortesía de obsequiarnos con un tema final de despedida.
