Alunizando, la piedra que lanza Osidados contra el estancamiento del blues

Osidados es el nombre de una de las grandes bandas madrileñas de blues, con nueve años de carretera a sus espaldas. Acaban de publicar su segundo disco, Alunizando. La formación gira en torno a Osi Martínez, armonicista prestigioso en el panorama nacional y surgido en la segunda camada de pioneros del género más genuinamente afroamericano. El bluesman suma tres décadas de una trayectoria marcada por la autenticidad y el compromiso musical. Aquí cuenta para Dirty Rock las claves de la flamante entrega discográfica.

Las primeras palabras que se leen en el álbum son: “El siglo XXI está suponiendo un retroceso en la creatividad musical en comparación con otras épocas. Un grupo de humanos, denominado Osidados, resiste a las hordas alienantes que están consiguiendo que el arte musical se estanque y se entre en la repetición de viejas canciones y en subproductos de dudosa calidad. Alunizando nace con la ilusión de ofrecer una pincelada de originalidad a la música de nuestro tiempo”.

Osi ha compuesto todas las canciones del disco, salvo dos versiones entre rockeras y blueseras reinventadas tras décadas de circulación. El armonicista, nacido en el barrio de Puente de Vallecas (Madrid), comenzó a cantar con los pantalones cortos, a los once añitos, por pura diversión, y la pasión musical le llevó a tocar la armónica de forma profesional en 1989. No ha parado desde esos inicios de rodar por el circuito de blues, tanto en locales como en festivales de toda índole. En su currículum figuran bandas como Manzanares Delta, Tijuana Stars o Chocolate Blues Express, entre otras. Ha tocado con grandes bluesmen, como Marcos Coll, Adrián Costa, Xulian Freire, Edu Bighands, Ille Hamalainen, Tito Larregui, Malcolm Scarpa o Ian Siegal, entre otros muchos.

¿De dónde procede tu nombre artístico, Osi?

Lo de Osi viene de mi barrio, de Vallecas. Todos teníamos un mote en aquella época, cuando yo era chavalín. Aquí confluyen un par de circunstancias, una es que por entonces tenía barba y era algo pelirroja. Y empezaron a decirme que la tenía oxidada, y de ahí el Osidado y luego Osi. Luego, además, en aquella época yo era rockero y me gustaban los grupos de rock duro. Uno de los que me gustaba era el vocalista Ozzy Osbourne, después de Black Sabbath. Fue por esas dos circunstancias.

Unos son satánicos y de Carabanchel, y tú bluesero y de Vallecas…

Yo nací en Vallecas. Bueno, mi madre fue a parir a un hospital, no, pero con horas de vida me llevaron a mi casa de Vallecas y ahí me he pasado toda la vida prácticamente.

¿Cómo aprendiste blues, aquí, por estos andurriales, tan lejos del Mississippi?

Vamos a trasladarnos a la época en la que yo aprendo y me llega el blues. Antiguamente no teníamos medios digitales, entonces todo era a base de intercambiarnos discos. Entonces uno de los colegas con los que cambiaba discos, que luego fue bajista en nuestra banda Chocolate Blues Express, Javier Osa, el Patata, me pregunta un día: ´¿Tú has escuchado blues?´. Y yo digo que no sé qué es el blues. Entonces me responde que toda la música nace del blues y fue llegar a casa y empezar a pinchar esos discos que me había dejado. Y efectivamente, lo que yo había escuchado anteriormente en los discos de rock era lo mismo, pero como más crudo, todo estaba enlazado. Eran discos del blues primigenio.

¿Cuál fue el primer disco de blues que te sacudió?

Entre los primeros discos que cayeron en mis manos estaba el Bluesmen 1, de la serie Guimbarda. Era muy variado y ahí había blues rural, o piedmont, como también se llama. Pero entre los que me han ido sacudiendo hubo uno de la Legendary Blues Band, la banda que acompañaba a Muddy Waters, y ahí descubrí a uno de mis armonicistas de referencia: Jerry Portnoy. Y ese me dio la vuelta a la cabeza, la verdad, porque no había escuchado a nadie tocar así la armónica. Ya me pusieron la mecha y ya ha sido toda la vida tocando blues.

Creo que tu primera grabación fue en 1994, al ganar el concurso de bandas de la sala Hebe

No fue en estudio, sino en directo. A la vez que se tocaba se iba grabando. Fue mi primer paso a la hora de dejar registrada mi armónica en un soporte. Lo guardo. Conservo todos los discos que he ido grabando, tanto colaboraciones como propios.

¿Cómo fue el proceso de centrarte en la armónica?

La armónica llegó a casa por mis padres. Unas Navidades se montó el mercadillo en mi barrio. A mi padre y a mi madre se les ocurrió que era un buen regalo comprarme una armónica, que no era ni de blues ni de nada. Era de las que te venden como juguetes, una de trémolo. Empecé a tocar esa armónica, pero, claro, el blues todavía no había llegado a mi vida. Tocaba canciones, las sacaba de oído y las interpretaba con la armónica. Cuando ya me cansé, guardé la armónica hasta que volvió a salir justo al entrar discos de blues en mi casa. Entonces dije, coño, aquí hay una armónica. Entonces, justamente ahí, volví a agarrar la armónica. Coincidió con un hecho lamentable: mi madre se nos murió. Yo tenía 18 años. Entonces adquirí una deuda con ese blues primigenio. Esa música era la que me reconfortaba. Esos que cantaban en los discos lo estaban pasando igual o peor que yo. Para mí era una conexión sentimental con ellos. Poder interpretar esos sonidos que escuchaba me aliviaba bastante. Mi cabeza adolescente quería dar una especie de homenaje a esa gente y seguí tocando la armónica. Quería devolverles el favor que me estaban haciendo. Me emparenté con el blues, la música que me llegaba y me conectaba con el rock. Luego, poco a poco, me explicaron qué tipos de armónica había. Lo supe por el boca a boca. Compré una armónica de blues. No tenía nada que ver con la de trémolo y tuve que aprender de nuevo. Y descubrí unas cosas que no se podían hacer con la de trémolo, como por ejemplo los bending (cambiar la posición de la lengua al soplar y aspirar). El primer bending me salió de forma fortuita y me tiré una hora o así diciendo: qué guay.

¿Cómo es posible que en una cajita tan pequeña quepa el universo?

Es misterioso. Yo también me sorprendo. Si ves fotos de armonicistas, apenas se ve la armónica en la mano. Tú la tienes agarrada y no se percibe, sin embargo es como si fuera un altavoz. La pones a los labios y empiezas a articular sonidos. Y creas universos con eso, tío. Realmente la armónica es un instrumento mágico.

Los guitarristas tienen callos en las yemas de los dedos. ¿Dónde salen los callos de un armonicista?

En el diafragma.

¿Más que en los labios?

El diafragma lo tengo abultado. Aquí tengo el pecho, esto está hundido y luego aquí sale como una especie de tripita…

Algunas influencias que hayan modelado tu trayectoria…

Mi historia empieza con la Chocolate Blues Express. Al cabo de cuatro años, haciendo blues en castellano, coincido con Fede Aguado en unos locales de ensayo. Surge la chispa de tocar juntos y así estuvimos durante 23 años. Cantar blues en castellano es bastante complicado. Hay que ajustar muy bien las acentuaciones, las rimas, las métricas de los versos, porque, si no, deja de ser creíble. Los que sabemos cómo es el blues intentamos cuidarlo. Estuve también a dúo con Malcolm Scarpa. Fue una época en la que con él hacía pocas cosas con Ñaco y estuvimos un tiempo tocando juntos. Malcolm no ensayaba nunca. Siempre íbamos a la aventura. En cualquier concierto podía pasar de todo, pero él resolvía bastante bien todo. Tenía una capacidad musical indescriptible. Yo reconocía las letras de lo que estaba cantando y yo sabía que la original no era como la estaba haciendo, porque metía un rollo reggae o folk o lo que le viniera por la cabeza. Con Flaco estuve tocando un montón de años con los Manzanares Delta. Allí estábamos con Flaco, Fede o José Manuel Torrego, a la batería. Con Flaco aprendí bastantes cosas, una parte del oficio. Puede pasar cualquier cosa, pero si tienes que tocar lo haces como si fuera el último concierto de tu vida. Flaco rendía a un nivel total, aunque estuviera cansado.

¿Cómo nace Osidados?

Son nueve años ya. Nace por la necesidad de seguir tocando blues en castellano. No había muchas bandas que lo hicieran. Llega también un momento en que uno se quiere montar ya su propio, digamos, chiringuito. Lo que pasó es que aprendí un montón de cosas que no había hecho antes. Por ejemplo, me ha obligado a ponerme a componer, que es de lo más difícil. Ahí me han ayudado muchos amigos, con mucho esfuerzo y consejos. También a ser frontman, a estar encima del escenario. Hacer mi propio negocio me ha obligado a aprender, a adquirir otras disciplinas.

 En Osidados te acompaña Pax, de los tiempos de Chocolate Blues Express

Es como un hermano para mí. Nos llevamos muy bien, es muy cariñoso con sus amigos, y en lo musical somos almas gemelas. Su forma de concebir la música es visceral al cien por cien, es de los mejores baterías que podemos tener en este país. Tiene su agenda repleta de actuaciones, porque todo el mundo se ha dado cuenta de que es un portento.

¿Y Javi “Sargento”?

Llega a Osidados porque le conocía de siempre como bajista del circuito de blues. Además de bajista toca la guitarra flamenca que te pasas. Con el trabajo en la banda hemos afianzado nuestras relaciones personales. Hemos pasado de compañeros a amigos.

El guitarrista es J.B. Boni…

Boni tocaba ya en los tiempos de la Chocolate Blues Express. Nos conocemos desde hace más de 25 años. Después de la pandemia, la primera formación de Osidados se escinde y dos se van. Siempre hemos coincidido en bandas y tocábamos juntos. Cuando acaba la pandemia, decido hacer un concierto prácticamente de despedida en El Intruso. Me parecía triste dejar una obra sin presentar. Estaba todo previsto para el 22 de marzo de 2020, pero fue imposible por el confinamiento y suspendimos todas las actuaciones para ese año. Llamé a mis amigos para ese concierto de presentación, a Boni, a Sargento, a Pax… Entonces nos dimos cuenta de que se vendieron todas las entradas, hubo que hacer otra presentación en el Rock Palace y luego otra tercera en Entrevías, en mi barrio. Decidí que no era el momento de dar el adiós a los Osidados. Hemos seguido tirando hasta este nuevo disco, a ver qué pasa. El trabajo de Boni en Alunizando es impecable. Puedes escuchar los solos cincuenta veces y dirás que qué bien. Toca en ocho de las diez canciones.

¿Cómo definirías vuestro sonido? ¿Blues, funk, boogie?

No sé cómo calificarlo. Nosotros tocamos blues. Llevamos el blues en el ADN. Los cuatro nos hemos criado tocando blues Si nos ponemos a tocar rock, lo vamos a bluesear; si nos ponemos a tocar salsa, va a sonar bluesera. Entonces en el disco hay funk, hay shuffle, hay un rock and roll como Mosquita, que también suena bluesero. Luego hay tipo salsa, también blues pantanoso… ¿Cómo definimos esto? ¿Es funk, es boogie? Es todo sonido bluesero.

 ¿Por qué el título de Alunizando?

Es por seguir el hilo conductor del primero, que se llamaba Re Evolución. Intentábamos emerger con nuevas cosas, con nuevos aires en castellano, como se hacía antiguamente en los años ochenta o noventa, cuando mucha gente componía sus canciones, y eso parece que se ha ido perdiendo. La mayor parte de las bandas cantan en inglés y mucha oferta musical repite canciones que ya se han hecho. Re Evolución era un intento de dar nuevo aire a la historia. Este embrión se va materializando y ahora estamos en la luna, intentando poner un pie sobre la tierra, y además de estar alunizando estoy también alucinando, porque las cosas no han ido por la vía que me esperaba. Que la gente compusiera cosas nuevas y que fueran calando en el público no se está dando con la rapidez que a mí me gustaría.

El disco comienza con la canción Es Por Ti. Ahí cantas: “La vida es un río, sumérgete junto a mí”. ¿Ese arranque puede verse como el impulso que os lleva a seguir en la brecha?

Es que, si no, no tendría sentido. La canción crece intentando evocar qué es lo que puedes encontrarte en un concierto nuestro. La metáfora de “prepárate a embarcar en otro viaje espacial, abrocha el cinturón que vamos a despegar” explica que vamos a lanzarte un torpedo. Agárrate bien y apaga el móvil. A partir de ahí empiezas a dar pinceladas de lo que puede ser una actuación. Y el estribillo es contundente. Esto lo hago por ti. Que sepas que nosotros estamos aquí haciendo esto por ti. Y te invito a que te sumerjas conmigo. Me parece tan bonito decir a la gente cosas así…

Flaco es un homenaje al legendario Flaco Barral. Se nota respeto y cariño…

Me alegra que eso se refleje en la letra, porque es justo lo que quiero expresar. Me sorprende que un hombre que lo tiene todo hecho y no tiene que demostrar nada siga levantándose pronto y peleando por algo que es su vida. Podría irse al parque a echar pan a las palomas. Y no. Hablas con él y acaba de descubrir un nuevo programa que te consigue separar las pistas de una cosa que ya está mezclada en un disco. Somos de la misma pasa y no andamos por las ramas. A veces chocamos, porque somos viscerales, pero nos conocemos tanto que su cariño e integridad lo resuelve todo. La canción no la hice para sacarla en el disco, pero quedó tan bonita que decidí llevarla al más alto grado de expresión, con invitados amigos de Flaco. Yo tenía que regalarle algo relacionado con su vida y su obra. Hay pinceladas de canciones suyas en la letra.

También se rescata en el disco un himno de Leño, Mientras Tanto, de hace 44 años…

Y va por funky. Es uno de los temas con los que me he criado y que admiro, y lo llevamos hacia el blues. He peleado mucho con los Osidados, porque lo querían hacer de otra forma. Luther Johnson, en Woman Don´t Lie, se apoya en este tema de Leño que interpretamos en el disco. Es vestir al mensaje con otra ropa. Son canciones a las que tengo devoción.

La Herencia es un posicionamiento ante la degradación del medio ambiente…

Esta canción está dedicada a un niño que se llama Kenai Martínez Baza. Es la fuente de inspiración y es mi primer sobrino. La canción nace antes de que llegara al mundo. Yo pensaba en él y pensaba en el mundo cuando yo tenía cinco o seis años.  Me da un poco de tristeza. El que habla en la canción es mi sobrino y cualquier niño. Tuve que quitarle un poco de hierro y meter algo gracioso, porque si no se convertía en algo demasiado patético. Y por eso digo: ´Los campos de cebada se acabaron por secar´, pero refiriéndome a la cerveza, porque, si no, queda algo de funeral.

La primera canción que ha salido como single es Blues is alright. ¿Es autobiográfica también?

Lo que viene a decir el estribillo es: ´Si todavía no te gusta, es que no sabes lo que hay´. Te estoy contando todo esto porque te mueve el corazón, te mueve las piernas, te mueve la cabeza y te hace disfrutar. La gente no conoce el blues y dicen que es algo aburrido, pasado de moda. No, no, no, no, escúchalo. Por eso se ha lanzado como primer vídeo. La utilización de la expresión alright (el blues está bien) me ha causado ciertos conflictos. Había una forma de evitarlo que era cantar ´El blues está guay´, pero no queda con la misma fuerza. Alright lo dice todo el mundo. Se entiende a nivel universal. Entonces no vamos a liar tanto la madeja, vamos a intentar ser prácticos.

Luego aparece Mosquita, quizá la más rockera y trepidante…

Aunque parezca que estoy hablando de una mujer, me refiero a los celos. Que son enfermizos y muchas veces denotan la inseguridad de las personas. He tenido relaciones con este tipo de casuística. En el fondo subyace una carga de profundidad.

La Tacita es vallecana cien por cien…

Es un homenaje al barrio. Tiene un ritmo a lo Bo Diddley, de allá por 1955, que va con las maracas. En la Tacita confluyen un montón de músicos y artistas, influenciados por otro tipo de música. En el barrio se escucha principalmente rock y flamenco, más hacia rumbas y bulerías que a flamenco puro. Tenía que hacer un guiño a esas músicas. Por eso, a mitad del tema, el ritmo sigue siendo el de Bo Diddley, pero las armonías ya van hacia la rumba. De hecho, las dos últimas estrofas que canto son rumbas. La primera está dirigida a la Tacita, porque dice: ´Hay lugares en la tierra que regalan alegría, cuantos más lugares haya, más fácil vivir la vida. Échate una cervecita que te quiero ver a cantar, porque allá donde tú cantes estará el lugar, el lugar lo hace el arte, lo hace quien allí está´. O sea, no nos confundamos, que al final los sitios son las personas, los que hacen que el sitio sea atractivo. Y eso pasa en la Tacita. En la segunda estrofa hay un homenaje a la anarquía flamenca de los gitanos. Conviven con nosotros y, por su propia idiosincrasia, no acabamos de encajar los unos con los otros. Pero luego en lo musical somos muy afines. Los gitanos son muy anárquicos y dicen cosas que no tienen sentido. Me pareció muy gracioso decir algo que no tiene sentido, que lo escuchas en cualquier rumba. Dice: ´Mi tío se ha metido debajo de un camión y ha llegado al barrendero y se le ha llevado en un contenedor. Yo no sé lo que me pasa, lo que me pasa, doctor, que cuando llego a mi casa siempre ha salido el sol. Los niños van al colegio y yo me voy con el bacilón´. Vamos a darle el toque gracioso y ese tema intenta sintetizar todo, describir un ambiente. Es el segundo vídeo.

Después sigue otra versión, Desconfío de la Vida, una composición del argentino De Pappo, de hace cuarto de siglo.

Esta canción me ha llegado hace poco, hace año y pico, y me pareció tan bonita, dice tanto en tan pocas palabras. Y encima esa armonía del blues la usaba Freddie King en Ain´t Nobody´s Business. Y no tenemos muchos referentes en castellano de gente que haya hecho con esas armonías algo bonito. Con Pappo me dio la vuelta a la cabeza. Siento que haya tardado tanto en descubrir esa canción, porque me hubiera gustado haberla hecho mucho antes.

Acto seguido suena Tengo un Coche que Contamina

Si tú haces medidas que realmente sean efectivas para todo el mundo, vale, pero poner un parche que está perjudicando más que beneficiando, pues no. Que la gente esté mandando coches que funcionan al desguace me parece una patada tan grande al planeta que no se justifica. O sea, que yo no pueda llegar con mi coche sin etiqueta, que no quiere decir que contamine menos que otro que tenga etiqueta, que a veces tienen unas cilindradas que contaminan más. El sistema de etiquetas es injusto. Y se han basado en ese sistema para decir: Tú puedes usar el coche y tú no, y, encima, a los que han prohibido usar el coche y lo han mandado al desguace, han tenido que comprarse otro. ¿Es mejor tirar una cosa que funciona y enterrarla bajo tierra, con plásticos y todo lo que eso conlleva? Me parece una cosa de locos. Es un problema que está afectando gravemente a muchas personas que dependemos de un coche, porque vivimos fuera de la ciudad. Y lo tenemos que acatar, porque te colocan 200 euros de multas si te pillan.

Está muy bien que lo hayas convertido en canción, porque el blues también tiene un componente reivindicativo.

Es una cacicada. Se habla del alcalde, pero esto se puede extrapolar. Hay un momento en que digo: ´Si no tienes etiqueta, en Madrid no podrás entrar”. Pero realmente está pasando en más ciudades y es extrapolable a cualquier otra ciudad. El último estribillo es lo que pienso. Reciclando y reutilizando podemos parar el consumismo. ´Reciclando y reutilizando, no debemos derrochar más´, dice la canción. Lo que vale no se tira, esa es mi filosofía. Yo abogo por el medio ambiente y por el planeta. Lo que no estoy es por las tonterías que no van a ningún lado. Vamos a tener un poco de cordura. Esto es una medida para recaudar claramente. Ha aumentado la cantidad recaudada de por multas de una forma exponencial. Y no, tengo que quejarme y ya está. O déjame meter biofuel a mi coche, que no tiene tantas emisiones, que no tiene tanta huella de carbono ni esas partículas contaminantes que flotan en el aire. Permíteme que pueda usar un bien que he adquirido, que lo tengo desde hace 25 años, bien conservado y que funciona a la perfección. Estamos intentando justificar lo injustificable bajo el guante de lo sostenible.

El último corte se titula C8, un instrumental de aire ferroviario

Mi familia ha influido. Que esos mastodontes de hierro y acero funcionaran por los raíles se lo debo en parte a mi familia, algunos de cuyos miembros han sido ferroviarios. También los trenes tienen un encanto sobrecogedor, porque es como un elemento que te traslada, que te permite ver diferentes sitios, que te ayuda a abrir la mente y los ojos y la imaginación… Puedes dormir en los coches, era como algo mágico. Puedes leer el periódico. Los Aves de ahora no son lo mismo que lo que yo recuerdo como un tren, es otra cosa. El AVE es como del futuro y es una maravilla que te puedas plantar en determinados sitios en tan poco tiempo. ¿No es maravilloso? Es casi milagroso, pero el tren que yo tengo en mente es el de los asientos de eskay, el que tenía todavía los ceniceros que se levantaban. El tren antiguo era como una parte de tu casa. Descubro en mi aprendizaje de los armonicistas que muchos se dedican a ´hacer trenes´. Sony Terry, por ejemplo, es uno de los que más. También descubro que hay un tren en los Cream. Jack Bruce hace una cosa con la armónica en Train Time que es una maravilla. O Muddy Waters en All Aboard!, y aparece otro sonido tipo tren muy asociado a viajar en los vagones de carga. Los bluesmen viajaban ahí, porque no tenían un duro para poderse permitir viajar en un asiento. Llevo toda la vida haciendo trenes. Con la Chocolate ya tocaba un tren durante el concierto. El tren está emparejado a mí y a mi música.

¿Cómo ves el blues actual en nuestro país?

Ha experimentado un crecimiento apabullante. Cuando empecé éramos cuatro gatos, cinco si me apuras. Estaba la Caledonia Blues Band, la Tonky Blues Band, la Dolphin Blues Band, la Big Mamma en Barcelona, la Algeciras Blues Express, la Blues Band de Granada, la Ferroblues en Murcia… Lo de luchar por una causa perdida ha sido muy bonito y también encontrar que ahora hay tanta gente a la que le gusta el blues y lo está nutriendo. La cara B de esta historia es que me gustaría escuchar más cosas que me sorprendan, cosas suyas, aunque las hagan en inglés, chino o croata, pero que hagan cosas que expresen lo que piensan, lo que sienten. El blues primigenio de los cincuenta está bien. Es un referente para nosotros, pero si queremos avanzar en el blues, no podemos estancarnos. Hay que dar una vuelta hacia adelante.

Despiece

Músicos en Alunizando

Osi Martínez: Armónica y voz. Guitarra acústica en «Es por ti».

J.B. Boni: Guitarras, Coros.

Javi «Sargento» Fernández: Bajo, Coros.

Antonio «Pax» Álvarez: Batería, Coros.

Producción

Grabado en Madrid durante enero de 2025.

Estudios Son da Lagoa.

Técnico de grabación: Henar Rodríguez.

Mezclado por Osi Martínez, Henar Rodríguez y J.B. Boni.

Masterizado por Flaco Barral.

Fotografías: Nacho Grassano.

Dibujos y maquetación: Alberto Saste.

Todos los temas compuestos por Osi Martínez, excepto «Desconfío de la vida» por Popo y «Mientras tanto» por R. Mercado, A. Urbano y R. Penas.

Músicos colaboradores

Dani Domínguez: Percusión y coros.

Henar Rodríguez: Piano en «Mosquita» y «Desconfío de la vida».

María Benito: Voz en «Desconfío de la vida», Coros.

Flaco Barral: Chaturangui en «Es por ti».

Santiago Campillo: Guitarras, slide guitar, Coros y Percusión en «Tengo un coche que contamina».

Pablo Trabezo: Guitarra primer solo en «Flaco».

Santi Cutinella: Guitarra segundo solo en «Flaco».

Víctor Aneiros: Guitarra tercer solo en «Flaco».

Kapow Albuquerque: Coros en «Flaco».

Mayka Edjole: Coros y arreglo de voces en «Flaco».

Jonathan Colombo: Coros en «Flaco».

Producido por Osi Martínez

Fotos por Nacho Grassano y Arturo Baressi.

 

 

Escrito por
More from Miguel López

Fernando Rubio. Un pálpito musical por la vida

Fernando Rubio volvió a deslumbrar con sus composiciones, entre ellas las del...
Leer Más

Deja una respuesta

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.