El Viaje. Copernicus Dreams

No es fácil cambiar de idioma. El lenguaje musical pide un modo de expresión concreto, las canciones tienen su propia lengua materna. Copernicus Dreams nos sorprende en su cuarto disco, el primero en español, en el que lo apuesta todo y gana. Su música, siempre reconocible, lo sigue siendo, y las palabras viven en ella como si nada hubiera cambiado. Su título, “El Viaje”, es tanto una recapitulación sobre el itinerario seguido en los últimos diez años, como también una seña distintiva de lo que exploran sus canciones de ayer y de hoy, siempre atentas a periplos vitales, a trayectos y búsquedas, canciones de carretera y de historias en movimiento.

El diablo hace acto de presencia y no lo ves venir. Es “Cruce de caminos”, declaración de intenciones con la que el disco se sitúa en los campos de algodón y los bayous, en el mito de Robert Johnson y de la reina bruja. Es Nueva Orleans y es Nashville, es la autopista 61, y el solo de guitarra divide la canción como si fuera el propio río Mississippi. El viaje ha empezado en la cuna de la música americana, suenan los metales, el riff de salida es puro rock sureño. Te mueves en círculos, vuelves a Nueva Orleans, o tal vez no habías salido de allí. Ese círculo tiene la forma de la ruleta vudú, el azar en una jugada, lo mágico, la brujería, lo que no ves venir. La voz, con su fraseo, hermana el pop con oscuras historias, y la guitarra eléctrica tiene el acento latino de la madre Abraxas. La historia es la que mil veces ha sido contada: el teléfono sonó y mi chica se fue. Resuena en tus oídos y te lleva a escenarios del pasado mientras se apaga la música. “Flotando en el espacio” habla de afrontar el propio destino, de guiones sin escribir. Es un canto a la renovación, a la vida, a un nuevo despertar, y un solo sideral de guitarra y las texturas de los teclados te hacen flotar, como flotas también, ahora en el océano, escuchando “Silencio”, una balada en la que el suelo del folk hace germinar semillas rockeras. “Tracy” es otro cruce de caminos, una historia de amor efímero de los tiempos modernos, y en ella los coros te transportan a los idilios epistolares del romanticismo, los teclados explican la historia a su manera, la voz narra los hechos: dos chavales, la distancia, un concierto del Boss.

En la vuelta del disco, “Tocando fondo” es un motor en marcha, honky tonk, tambores que empujan la canción hacia adelante, versos desgarrados de pura esencia rock, slide y órgano que se mezclan en el final, todos los elementos químicos que hacen saltar por los aires tu tejado. El pop de esta orilla del Atlántico es luminoso en cada nota de “Llámame”. Sí, hazlo, llama, es una invitación que no puedes rechazar, la música te coge de la mano y te lleva. Una secuencia que desemboca en “Luna de Miel”, regreso a América, una canción en la que cada sílaba encuentra su sonido, desbordante de vitalidad, paisaje sonoro que corre veloz por el asfalto, visita ciudades, country que se quita las botas y se sube en un chevrolet. En el próximo cruce hay una nueva elección y un nuevo comienzo. “Desde cero otra vez” se abre con un solo de órgano que preludia la visión optimista, el cambio, la decisión de irse para seguir caminando. Los metales dan brillo a esa mirada al futuro. “Polos opuestos”, con su elegante aire jazzy, es el relato aterciopelado de la ruptura, cuando el dolor está anestesiado y te preguntas si eso era amor, El piano suena como los cubitos de hielo en un vaso de ginebra, la guitarra puntea como dedos en el cristal de la ventana por la que no volverás a mirar, los vientos cierran una historia y abren otra, son el sol del nuevo día.

Es el colofón perfecto para esta colección de canciones, en las que Copernicus Dreams abre una página y reescribe otra: cinco títulos son canciones del pasado visitadas con nuevos ojos, una relectura fascinante que va mucho más allá de una simple traducción a otra lengua. Lo podrás comprobar si buscas su discografía y escuchas “You Say”, “Just Call” y “Live for Life” (de su primer disco, “Sunrise”), “The Honeymoon Song” (de “The Honeymoon”) y “Goals and Illusions” (del homónimo, su tercero) y descubres, si antes no lo habías hecho, que se trata de las nuevas canciones “Polos Opuestos”, “Llámame”, “Desde cero otra vez”, “Luna de Miel” y “Flotando en el espacio”. La imagen de este viaje es el globo que en la portada se eleva sobre el horizonte. Copernicus Dreams, sueños de Copérnico entre el cielo y la tierra.

COPERNICUS DREAMS son: Chus González (voz, guitarras, steel guitar); Pablo Gil Prada (teclados, coros); José Ochoa (batería, coros); Joseba Vinatea (guitarra); Kike Ibáñez (bajo, coros).

Sección de vientos: Joseba Aparicio (trompeta); Eneko Arraibi (saxo); Jurgi Iraola (trombón).

Compuesto y producido por Chus González.

Grabado por Jon Asier Zubelzu en Gaua Estudio, Fruniz, y mezclado por Toni Brunet. Masterizado por Mario García Alberni en Estudios Kadifornia, Puerto de Santa María.

Artwork: Ismael Vicedo.

Escrito por
More from Juan J. Vicedo

Imposible vivir así. Enrique López y Miguel López

“Todo sobre el adiós de The Band y la película más musical...
Leer Más

Deja una respuesta

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.