Neal Francis edita su tercer disco, “Return To Zero”. Como en anteriores trabajos el disco es una coproducción junto a Sergio Ríos y está grabado en vivo junto a los miembros de su banda de gira: el batería Collin O’Brien, el bajista Mike Starr y el guitarrista Kellen Boersma. El disco se grabó en L.A. y presenta interesantes colaboraciones. Por un lado, encontramos a Dom Frigo, colaborando en la sección de cuerdas. Por otro lado, el trío neoyorkino de soul psicodélico Say She She, que colabora en los tres temas más funk. Edita ATO Records.
Escucha “Return To Zero” de Neal Francis aquí:
Tras una agotadora gira que le llevó a tocar 400 shows en los últimos cuatro años, Neal decidió dar un nuevo paso en su carrera. El objetivo era mezclar rock & roll atemporal con música dance de los años 70, fusionando riffs de guitarra sumamente pesados con ritmos exuberantes, todo de manera analógica. Algo al alcance de artistas como él, dotado de un gran talento y originalidad como teclista. Tras aprender a tocar el piano a los cuatro años, desde adolescente fue un músico de sesión muy apreciado, mucho antes de lanzar su carrera en solitario.
“Siempre me ha intrigado la música que se sitúa en el límite entre el funk y el rock. En el pasado me he preguntado cosas como: ‘¿Cómo sonaría si Thin Lizzy hubiera grabado disco-music?’ Es algo que me ha fascinado durante mucho tiempo, así que finalmente decidí intentarlo”.
Francis tuvo innumerables momentos de frustración creativa en el proceso. Esta es la explicación del título (Return to Zero), que es el botón que tenía su grabadora de cinta para volver hacia atrás y repetir las pistas de sus maquetas. Al final, tras mucho proceso de prueba y error, está claro que el resultado es un disco completamente inclasificable. Comienza con los ritmos funk de «Need You Again», que surgieron tras asistir a una sesión del DJ de Derrick Carter, una leyenda del house de Chicago, junto a su novia. Influenciada por George Clinton o Hamilton Bohannon, nos mete directamente dentro de una pista de baile setentera. La colaboración a los coros de Say She She y la guitarra de Eric Krasno son fundamentales para atraparnos desde el minuto uno.
“Don’t Wait” se acerca más al funk psicodélico. Inspirándose en George Clinton y Chic, destacan la compenetración de la base rítmica y los grandes arreglos de cuerdas. Un canto a vivir cada uno de nuestros días como si fuera el último. Uno de los momentos más interesantes es “Broken Glass”, surgida de una sesión junto al bajista de Queens of the Stone Age Michael Shuman. El potente riff sobre el que se construye la canción contrasta con los coros majestuosos de Say She She.
«Back It Up» es uno los temas más bailables. Construido sobre líneas de sintetizador brillantes y claramente deudor de los experimentos dance pop de David Bowie. Mientras, “What’s Left Of Me” evoca los himnos de la Electric Light Orchestra de Jeff Lynne. Una reflexión sobre lo difícil que es mantenerse fiel a una relación cuando estás de gira, coescrita junto a Chris Gelbuda (Zac Brown Band, Sabrina Carpenter). “150 More times” retrata una relación obsesiva a ritmo de boogie-rock, aunque construido con un loop en un Optigan, una especie de sample primigenio de los 60. El clímax de la canción nos remite directamente a los Stones setenteros. “Dance Through Life” es una de las más hipnóticas, con su órgano espacial y su melancolía. “¿Por qué no intentamos bailar a través de la vida?”. Este tipo de canciones son las que marcan la diferencia.
“Dirty Little Secret”, escrita con su amiga Carlile (con la que realiza un dueto), nos introduce en la parte final del álbum. Destaca especialmente la belleza de “Already Gone”. Compuesta junto a Elliot Bergman (Wild Belle), es una canción que no disimula su parentesco con el pop FM de los 70, con Steely Dan o Elton John como referentes. El disco se cierra con «Can’t Get Enough», (coproducida junto a Blake Rhein de Durand Jones & The Indications), todo un homenaje al pionero del acid jazz Roy Ayers; y “Return To Zero”, una anecdótica suite final.
A pesar de sus referentes, que en ocasiones podrían llevarle fácilmente a la inconsistencia, el talento de Neal consigue que todo fluya. Su formación de blues y boogie-woogie, su admiración por el pop sinfónico de Jeff Lynne, las producciones de Giorgio Moroder, … Todo tiene su sitio aquí y todo se acomoda con naturalidad. Esperaremos con ganas a ver cómo traslada estas canciones al directo. El artista ha prometido que el lema “Thin Lizzy meets disco music” guiará el espíritu de los shows de esta gira, así que la cosa promete. Más aun sabiendo como se las gastan Neal y sus compañeros de banda encima de las tablas.