The Kenneth Brian Band, Aiguaviva, 13/04/2025: dejad que el Sur se acerque a mí

En esta época trufada de postureo, plástico, concursos de talentos y videos de youtube vacíos de autenticidad y alma se agradece, y mucho, que figuras como las de Kenneth Brian sigan picando piedra para que la llama del genuino rock and roll no se extinga nunca. No cambiará la historia de la música, pero sus dos horas de recital nos devolvieron a casa con una sonrisa en la boca, que no es poco.

Una autenticidad legitimada por la música escuchada desde pequeño en esa inagotable cantera de músicos que es Gainesville, por la fiabilidad de la pétrea sección rítmica de Mississippi que le acompaña (Wes Davis al bajo y P.J.Lowe a la batería) y por haberse rodeado de leyendas como Johnny Sandlin, Mike Campbell o Lucinda Williams, a la que dedicó unas bonitas palabras, dejando claro que la cantautora de Louisiana siempre estará en lo más alto.

Desde el inicio dejó clara su propuesta: toques de southern rock, riffs poderosos, mucho slide y ecos tanto de Petty como ZZ Top o Lynyrd Skynyrd. En medio de tanta energía y potencia también tuvo tiempo de serenar con medios tiempos como “Beautiful Storm”, “Hard Heart” o una sentida “Prayer For Love” (al que acompaña Jason Isbell en su versión original). Se puso en los zapatos de unos modernos Bad Co. en “Keys To The Kingdom”, mutó en los Crazy Horse en “Tonight We Ride” y honró a Capricorn Records con “Welcome To Alabama” y esa intro tan a lo Marshall Tucker Band.

Tocó la fibra del personal con el góspel de “I Saw the Light” de Hank Williams, nos hizo bailar (aún más) con «Hide Away» de Freddie King y se acercó a sonidos más modernos con un “Vultures” a lo DBT y una “Blackbird” a lo NMA. El desenlace fue una perfecta síntesis de su proposición, con una “You’re Not Mine” que mezcló el espíritu Petty con unas gotas de punk.

Música directa, sin armonías vocales ni sutilezas, salida del corazón y tan genuina como el Bourbon, el Chattahoochee River o los aligators de los pantanos. Casi dos horas de “Good Ol’ Music” culminadas por una de las mejores sentencias que nunca he escuchado encima de las tablas, dirigida a tres críos que estaban delante del escenario: “no crezcáis nunca”…

Fotos Noemí Pujolar.

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