Black is Back 2015: Lisa & The Lips al frente de un acertado cartel:
El Jardín Botánico de la Universidad Complutense de Madrid acogía, bajo un sol abrasador, una nueva edición de Black is Back; toda una fiesta dedicada al soul y rhythm & blues dentro de la programación del festival Madgarden. La calidad del cartel era indudable, con una buena representación del mejor soul procedente de USA (como no podía ser de otra manera) y su huella en el Reino Unido. Un par de formaciones respaldadas por músicos de nuestras fronteras aportaban un muy conveniente contraste y resaltaban la versatilidad geográfica del género.
Así empezaba la tarde, con The Silverbacks, grupo del sello madrileño Tucxone, abriendo el camino al americano David Hooper. Para quien no hubiera escuchado su primer disco editado este mismo año, It’s My Turn, o no hubiera tenido la ocasión de presenciar su directo anteriormente, quizá ésta no fuera la mejor manera de descubrir la certera colaboración entre ambos. A las 7 de la tarde el calor era aún insoportable y eran más los que se refugiaban en las escasas zonas de sombra del recinto que los que se animaban a chamuscarse junto al escenario. No sabemos si la envidiable forma física del Sr. Hooper (o el hecho de haber vivido años en Murcia) le ayudaron a sobrellevar mejor la insolación, pero lo cierto es que se enfrentó a todos los inconvenientes de abrir un festival tan temprano (la hora, falta de público…) con la seguridad y la destreza que sólo la experiencia de años sobre los escenarios es capaz de aportar. En condiciones más favorables damos fe de que el resultado es aún más espectacular.
Hannah Williams & The Tastemakers eran los siguientes en meterse en el horno, recordándonos que el soul ya ha traspasado todas las particularidades con las que surgió a finales de los 50: ahora también pertenece a jovencísimos blancos ingleses capaces de transmitir la misma pasión que los pioneros del género. Los elogios que algunos grandes del soul actual (como Sharon Jones) han vertido sobre Hannah no son infundados: posee unas cualidades vocales extraordinarias y una presencia abrumadora. Con un solo disco publicado, no parece necesitar mucho más rodaje; se desenvuelve con la confianza de quien lleva desde la infancia respirando música. Entre los temas de ese primer disco, aprovechó para hacer un paréntesis y colar un cumpleaños feliz dedicado a un miembro del grupo que celebraba el suyo. Un detalle cariñoso para una actuación con la que consiguió reafirmar la opinión de los que ya la conocían y dejar huella entre los que no.
Pese a sus orígenes multiculturales, podemos incluir a Myles Sanko en la aportación inglesa a la velada e, igualmente, en la categoría de artistas emergentes (en este caso, con un EP anterior a su debut del 2014). Incidiendo en la vertiente más elegante y suave del soul, una de las primeras referencias que nos vienen a la cabeza cuando le escuchamos es Marvin Gaye, por lo que no resulta extraño que ‘What’s Going On’ se cuele en su repertorio. Habiendo remitido la asesina radiación solar, pudo al menos disfrutar de mayor presencia de público, al que se dirigía con frecuencia bajándose del escenario y reclamando su participación al grito de ‘Madrid Soul Choir!’.
Sonny Knight & The Lakers volvían desde Minnesota al Black is Back por la puerta grande después de tocar en la presentación que hizo el festival en la sala Moby Dick el año pasado. Sobreviviendo durante décadas en un entorno musical adverso, sólo podemos alegrarnos de que artistas de esta categoría tengan ahora la oportunidad que merecen: viéndole sobre un escenario no cabe duda de que es allí donde pertenece. Este nuevo proyecto con The Lakers encaja juventud y veteranía con precisión como si llevaran toda la vida tocando juntos. Ya entrada la noche, con un set enérgico y que incitaba a mover los pies, no fue difícil contagiarnos con la fuerza de su directo.
No sabemos si la caída del cartel de Vintage Trouble contribuyó de forma considerable a que se redujera la asistencia al festival, que fue llamativamente escasa. Pero no podemos imaginar mejor fin de fiesta que el ofrecido por Lisa & The Lips. Conciertos como el de esta noche reúnen todos los argumentos posibles para hacerles merecedores de un poder de convocatoria masivo, pero ya sabemos que estas cosas funcionan por otro tipo de mecanismos. Lisa Kekaula y Bob Vennum nos tenían acostumbrados a directos incendiarios con The Bellrays, y con el cambio de rumbo siguen manteniendo el ímpetu y la pasión que les caracterizaba. Ahora, en formato big band, la dosis de espectáculo se intensifica y la interacción entre los músicos desempeña un papel fundamental: no paran de moverse, de mezclarse, de bromear, y hasta un escenario grande como el del Madgarden se les queda pequeño.
Poseen una complicidad y un buen rollo infeccioso que acaba arrastrando al público a compartirlo con ellos. Las canciones de su hasta ahora único disco brillan de una manera especial en ese contexto, la única pega es que la actuación no se extendió mucho más allá. Llegaba así el momento de despedirnos de Lisa & The Lips hasta el próximo disco (suponemos… o hasta cuando quieran volver) y del festival hasta el año que viene. En un recinto con aire acondicionado, a poder ser.
Texto y fotos por CGM.