Nikki Hill en la Sala Stereo en Alicante

NIKKI HILL como un clavo. Así salió el pasado martes al escenario de la alicantina Sala Stereo: a la hora prevista, ni un minuto más, ni uno menos… tanto que de poco se nos atragantan los quintos que tomábamos en el bar de al lado. Y es que así debería ser: si un concierto es a una hora, empieza a esa hora, y no cuarenta y cinco minutos más tarde, como nos tienen acostumbrados, lamentablemente, en muchas ocasiones. Tanto más se agradece si el bolo es entre semana.

Por otra parte, hay promotoras que hacen las cosas muy bien, y una de ellas es Baltimore Producciones que, encima, proporcionó entrada gratis a los jóvenes entre 18 y 24 años. No puedo sino agradecerles el trato a los medios y el buen hacer que despliegan en general.

El sonido de que gozó el grupo en la Sala Stereo fue de menos a más. Al principio tuve la impresión de que los vatios se quedaban encima de las tablas; conforme iban pasando los temas, la cosa fue mejorando y, como suele pasar, no acabó mal del todo, pero lejos de los estándares que deberían ser exigibles para este tipo de eventos, de todos modos. Tres cuartos de lo mismo cabe decir de las luces… y si no, que se lo cuenten a nuestro Emilio Pastor y a su cámara portentosa.

Una agradable sorpresa fue el nivel de audiencia que presentaba el concierto para haber tenido lugar un martes. Como digo, cuando se hacen las cosas bien, se obtienen recompensas en forma de asistencia, y esta vez quedó bien poco para que se colgara el cartel de “no hay entradas”.

Un modosito suéter rosa, un pin con unos labios rojos y unos pitillos negros fue la imagen que nos presentó NIKKI en este concierto. Por supuesto, sonaron muchos temas de su anterior trabajo y, sobre todo, del que presenta con esta gira que le está llevando a un buen número de localidades españolas, que no es otro que “Heavy hearts, hard fists”. También nos ofreció buenas aproximaciones a temas de CHUCK BERRY (Sweet little rock and Roller), de ELVIS y de los australianos AC/DC terminando con “Whole Lotta Rosie” y dejando claro que es una rocker, una roller y una right-out-of-controller.

Y es que quien no la conozca  puede pensar que NIKKI HILL, por su imagen, quizá por su voz en ciertos temas, es una artista de soul, pero nada de eso. Lo que ofrece es rock and roll sin paliativos, pinceladas de blues, y rhythm and blues y una banda que apoya estas conclusiones con su actitud en el escenario.

De ellos, hay que destacar, sin duda, al guitarrista, Matt Hill, a la sazón marido de nuestra NIKKI. El sonido que saca de su instrumento es 100% blues y rock and roll. Se le ve con iniciativa y con detalles más que interesantes en algunos solos que me sorprendieron gratamente. Decente guitarrista, nada fuera de lo común, por supuesto, pero todo actitud, encarando al público y repartiendo tralla cuando era necesario.

Al bajo Ed Strohsah y a los parches Joe Meyer redondean, con su base rítmica, la formación, siempre correctos en su papel, eso sí, sin grandes alharacas. Por cierto, que Meyer fue un témpano, un bloque de hielo, siempre con la misma cara, hierático, firme como el que más, gesticulando un poco al redoblar… pero sin exagerar.

Uno de los detalles que más me llaman en la voz de NIKKI es la forma que tiene de romperla, de rasgarla cuando así lo considera necesario. Y es que suena con tanto gusto esa voz rota, tan limpia, tan sin exagerar, que no puedes sino pensar que es la medida justa que necesita el tema que está cantando. Y ella sabe que no son necesarias estridencias, no hace falta romperse la garganta para conseguir un efecto perfecto.

Vale; son muchas alabanzas, pero no penséis que considero por esto a NIKKI HILL como una estrella rutilante del rock actual. Va en camino, sin duda, pero creo que le faltan unos años, un poco más de experiencia, quizá unos músicos más definitivos. Tiene a su favor la juventud, eso que algunos vamos perdiendo o no nos acordamos de dónde está…; tiene una buena voz que aún tiene que desarrollarse y mejorar, y, sobre todo, muchas ganas. Seguro que, si sigue por este sendero, va a convertirse en un trallazo de rock y blues.

Tuvimos de todo en la hora y media larga que duró el bolo: rock frenético, clásico, rockabilly, blues, una pizca (corta) de soul, momentos cañeros, otros más tranquilos, y un final frenético que nos dejó a todos con ganas de más. El público conectaba con facilidad, no dejaba de moverse, de bailar como posesos en muchas ocasiones, y es de entender que un griterío satisfecho despidiera a la a la americana, a la que se veía también disfrutar con su casi “packed house” (sala llena) rendida a su voz.

Nos alegramos de que la gira por España, que casi toca ya a su fin, le haya ido tan bien y la esperaremos con fruición, que seguro volverá pronto. Allí estará Dirty Rock para dar buena cuenta.

Fotos: Emilio Pastor Bañón.

Crónica: Manuel Martínez Ferrándiz.

Nikki Hill en la Sala Stereo en Alicante 2015.7

 

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