Texto por Federico Navarro y fotos por Marta Wylde.
Cada ciudad posee sus propios mitos. Y hoteles con el prestigio y pasado del Palace de Barcelona (Gran Vía de les Corts Catalanes, 668), el antiguo Ritz, son lugares repletos de historias, leyendas y tesoros en forma de secretos, como los que circulaban en sus salones entre espías alemanes y británicos durante la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945). Pero en la actualidad, uno de sus más fascinantes atractivos es el Blues Man Cocktail Bar, una sala preciosa donde los Reckless tocan cada jueves por la noche. Y la sesión del 24 de marzo de 2016 fue una muestra de excelente música en un ambiente de glamour, clase y elegancia donde esta formación deleitó a los presentes mediante clásicos de Rock, Blues y Soul. Simplemente buen gusto envuelto en un lugar de ensueño, un pequeño joyero circular donde cada detalle es un verdadero regalo. Uno podría sentirse como un feliz muñeco en una hermosa caja de música con todo lo que desea a su alcance y con una acústica sensacional. Maderas nobles, whiskies de malta, esa clase de sitios donde James Bond pediría su eterno Martini con Vodka. Como debe ser y servirse, es decir, agitado pero no revuelto.
Desde las paredes, un cuadro de Ronnie Wood, guitarrista de los Rolling Stones, observaba cómo estos cinco artistas desgranaron con pasión algunas piezas del repertorio de los ingleses. Verónica Marín, que triunfó junto a su grupo Barcelona Gospel Messengers en el programa televisivo “Oh Happy Day” el pasado 2013, demostró el porqué es una vocalista excepcional haciendo suya esa “Gimmie Shelter”, tan tristemente actual en unos tiempos donde soplan vientos de guerra. Y ahí pudieron comprobarse algunas de las credenciales de este grupo: el bajo de Eddie Ray unido al implacable ritmo del baterista Carlos Di Sevo o el poder de la guitarra de Brian Nonell que supo conjuntarse a la perfección con Mr.Blackbeat, cuando éste era invitado a llenar las tablas con su sabiduría a las seis cuerdas. Y es que este último tiene la peculiaridad, genio y valentía de no usar pedales, sino que se encomienda a la naturaleza de un instrumento plagado de firmas de algunos de sus ídolos, como Steve Vai.
No en vano, Nonell, Ray y Blackbeat fueron invitados por el propio Wood al concierto de Sus Satánicas Majestades que tuvo lugar en Buenos Aires hace unas semanas. El brillo en sus miradas demostró que todavía no se habían recuperado de la emoción que significó haber conocido al mismísimo Keith Richards.
Por eso, cuando la armónica de Nando Picó iniciaba “Jumpin’Jack Flash” demostró el verdadero carácter que debe tener una versión: cambiarla, vestirla con otros ropajes musicales, darle otro aspecto que la haga, si cabe, más grande. Brillantes.
Pero el repertorio de la velada fue más allá de los artífices de “Sticky Fingers” (1971) y se dirigió a través de la “Route 66” hacia ese Delta del Mississippi donde Robert Johnson vendió su alma al diablo para alcanzar más tarde ese sonido de Chicago, aquél que quedó plasmado en los álbumes del sello Chess Records aunque hubo paradas en el camino para tocar “Unchain My Heart”, famosa por la relectura que hizo Joe Cocker y que, en manos de este combo, estuvo más cerca de la original de Ray Charles. Porque, en buena parte, la búsqueda de la autenticidad se agazapó en una encendida “Rebel, Rebel”, ejemplo de aquel David Bowie que amaba a Chuck Berry por encima de todas las cosas, o el “Get Back” de unos Beatles en los que Paul McCartney, poseído por el demonio del Rock y el ángel de la inspiración, modeló un estribillo pegadizo como pocos. Sin duda, la experiencia de Brian y Eddie en el seno de los Golden Grahams, cuyo nuevo trabajo es esperado con anhelo por sus seguidores, es un factor a tener en cuenta y que confiere de verdadera garra a este otro proyecto. En resumidas cuentas, todo ello sonó de manera peculiar, distinta y única en ese entrañable establecimiento donde han posado su mirada genios como Duke Ellington, Ella Fitzgerald o Frank Sinatra que, según se dice, un día cantó junto al pianista del hotel. Aunque, la verdad sea dicha, eso es algo que todavía no he podido comprobar a ciencia cierta. Secretos de ciudad. Joyas mágicas del Palace envueltas en cajitas de música. Lo dicho: Reckless, cada jueves por la noche.