Lloyd Cole. Teatro Barceló. Madrid, 28 de septiembre, 2016.
Puntualidad británica como mandan los cánones para empezar el concierto de Cole en Madrid. El escenario lo gobierna la soledad de un micrófono custodiado por dos banquetas a los lados que albergan toallas y pequeñas botellas de agua. Al fondo tres guitarras acústicas Taylor de distinta madera, color y forma. Esos son los instrumentos con los que el bueno de Lloyd nos deleitó anoche en el Barceló con absoluta maestría.Lloyd Cole ya no es el chaval de 23 años que publicara allá por el 84 el colosal “Rattlesnake” junto a su inseparable banda los Commotions. Hoy 55 años le contemplan y le han hecho ganar en sabiduría y reflejarlo en la calidad musical de un directo inapelable y señorial. Como el buen vino, no ha hecho sino ganar con los años y todos sus temas suenan hoy imponentes y elegantes en el formato acústico que nos propone. Con interpretaciones americanizadas cercanas a la raíz del country en forma de su gran éxito “My Bag”, por ejemplo. El de Buxton recuerda hoy por todo a una mezcla entre Elvis Costello y Nick Love. Vaya para a los que parecerse, ¿verdad?La velada se divide en dos partes, al igual que el repertorio que nos propone. Cole viene a celebrar “Collected Recordings 1983-1989”, una colección que repasa lo mejor de sus tres trabajos editados con los Commotions en ese lapso de seis años entre el 83 y el 89, las míticas lonchas “Rattlesnakes”, “Easy Pieces” y “Mainstream”. En esta primera parte del set, Cole está solo en el escenario, embebido entre sus guitarras y un público, al contrario que en otras citas de la gira española, enormemente respetuoso. Una parroquia que disfruta en sepulcral silencio cada uno de los acordes. La media de edad de la sala está por encima de los 40 y se nota que hemos venido a llevarnos en el tímpano y la retina cada uno de los minutos que nos regale. El concierto comienza como Cole nos recuerda más adelante con su tema más antiguo, “Patience”, junto a ella, en esta parte del show destacan los momentos de “Rattlesnake”, la mencionada “My Bag” y “Jennifer She Said”. En muchos de los temas volvemos a los 80, pero la calidez y el respeto con el que devuelve Cole cada acorde a su público nos hace revisitar las canciones de un modo muy especial, como si hubieran madurado al sol y estuviéramos meciendo su néctar calentando la copa a mano mientras acompañamos el movimiento bamboleante del recipiente cristalino frente a la chimenea. Y en el humo de esa chimenea vemos los recuerdos de tardes lluviosas, de puentes sobre ríos caudalosos envueltos en neblina, imágenes de jóvenes en gabardina correteando de pub en pub resguardándose del frio. Lloyd Cole nos evoca el ambiente británico de una época gloriosa musicalmente para el reino.
Lloyd se encuentra muy cómodo y agradece enormemente el respeto del público. De hecho, está tan confortable que interactúa constantemente mientras gana tiempo para afinar sus cuerdas convenientemente, bromea sobre las crestitas que se forman sobre sus orejas cuando el pelo se levanta al quitarse las gafas. En alguno de los temas solicita que le ayudemos en las notas altas con nuestros cánticos o si preferimos nos invita a verle sufrir haciéndolo solo. Incluso se ánima a comentar que hay muchos fans que le prefieren a él antes que, al Atlético, que al parecer juega hoy uno de sus partidos.
La segunda parte del show viene con sorpresa. A Cole le acompaña en el escenario su hijo William, en pocos acordes el vástago nos recuerda que de casta le viene al galgo y entre los dos empiezan a desmigajar la segunda parte de un repertorio en el que Cole reconoce abiertamente lo que le ha hecho grande. Regala a su público un legado que le pertenece y que es de justicia disfrutar envejecido y mejorado. Enlazamos del tirón la maravillosa “Like Lovers Do” con “Are You Ready To Be Hardbroken” y en el mismo set se nos vienen encima con absoluta delicadeza y placer contenido el trio que es “Charlotte Street”, “Perfect Skin” y “2cv”. Lloyd bromea también sobre su acompañante primogénito del que dice es el único hombre joven que ha podido encontrar igual al Cole que tocaba las composiciones hace varias décadas, ya. William luce un aspecto a medio camino entre Robert Smith y la corriente Mod y vaya si nos recuerda al Lloyd de los 80. Está claro que respeta y venera a su padre. Y Cole le guía y le vigila durante todo el show para mostrarle un camino que al parecer ya tiene bastante recorrido.Terminado el segundo set Cole abandona de nuevo el escenario para retornar casi de inmediato a interpretar las dos últimas canciones de la noche. Nos vamos a dormir con dos canciones de la época con los Commotions, “Lost Weekend” y “Forest Fire”. Tan deliciosas como imprescindibles nos hacen irnos del Teatro Barceló llenos, con una sonrisa en la boca, la misma mueca de satisfacción con la que estoy seguro Lloyd Cole abrazaba a su hijo entre bambalinas.
Lloyd Cole ha madurado y la elegancia que se le adivinaba al comienzo de su carrera ha crecido como las barbas y la sabiduría del viejo Ben Kenobi. La lleva como bandera y ha arropado todo su legado, el preciosismo de sus composiciones y la evolución de las mismas al abrigo de su tela para demostrarnos a todos que los genios no envejecen, simplemente se hacen más fuertes hasta convertirse en fuerza y espíritu que habita entre nosotros demostrando que cuando se es así de grande cualquier tiempo pasado no fue mejor y que la elegancia nunca pasa de moda.
¡Gracias Lloyd! ¡Salud!
Fotos y vídeo por Javier Naranjo.