La primera visita de Shawn James a Madrid registraba muy buena asistencia de público (la coincidencia con el concierto de Josh Hoyer & Soul Colossal la misma noche no pareció afectar en absoluto), y suponía una magnífica carta de presentación para el de Chicago, que nos ofreció una actuación irrebatible.
Desde la primera canción, ‘The Wanderer’, ya nos veíamos arrastrados a su particular universo de blues/folk oscuro e intenso. La producción de sus discos consigue plasmar muy acertadamente esa atmósfera especial que desprenden sus canciones, pero en directo es capaz de recrearla con la misma convicción, aun sin la instrumentación añadida que parece imprescindible cuando le escuchamos en estudio.
Su primer disco en solitario, Shadows, encauzaba así el inicio del concierto, entre historias con lecciones vitales de supervivencia como ‘Flow’ y fábulas mitológicas como ‘The Thief and The Moon’.
Con ‘Pendulum Swing’ y ‘Crossroads’ nos llevaba a su segundo trabajo Deliverance. Buenas letras, una voz fuerte y profunda, y su forma de reinterpretar la música tradicional americana, sustentada en grandes dosis de seguridad y pasión, confluyen en un estilo propio, crudo y sincero.
Al principio de la actuación parecía costarle levantar la vista de su guitarra, pero poco a poco empezó a mostrarse más cercano y a abrirse más, probablemente alentado por el buen recibimiento; incluso llegó a afirmar que estaba siendo el mejor concierto de la gira.
Entre canciones de sus dos primeros discos, iría intercalando varias versiones del que grabó con su banda The Shapeshifters (The Covers). ‘Who Did That To You’ sonó contundente y enérgica, arrasando por completo el original de John Legend. No resultó difícil adivinar que le llegaba el turno a Iron Maiden y su ‘The Number Of The Beast’ cuando preguntó: «do we have any metalheads in the house?». Nunca hubiéramos pensado que una canción así funcionaría tan bien en acústico pero Shawn supo reinventarla y llevarla a su terreno. Más adelante, otro clásico, ‘A Change Is Gonna Come’, (decantándose por la versión de Otis Redding en lugar del original de Sam Cooke) terminaba de revelarnos sus influencias.
«No canto canciones felices», confiesa antes de tocar ‘The Shadow’. Pero a continuación ‘Brighter Day’ nos muestra su lado más esperanzador. La historia tras ‘Midnight Dove’ revela la importancia de la familia para él: su hermana de 11 años tuvo cáncer y él volvió de Nashville, donde vivía, a su Chicago natal para poder estar con ella y pasar los malos momentos con su familia. Su hermana acabó curándose, pero mientras duró la enfermedad, acudía a esa canción cuando necesitaba coger fuerzas para no derrumbarse. ‘Through The Valley’, dedicada a «todos los inadaptados», también alude a circunstancias muy personales para él, derivadas de la estricta comunidad religiosa en la que creció. Contó que acabó ignorándoles y pasando del desprecio con que le trataban, pero no pudo hacerlo cuando la historia empezó a repetirse con su hermana.
Hizo una pequeña pausa para agradecer al promotor, Roberto Villandiego, la oportunidad para presentarse en España, ya que cuando vino a Europa en anteriores ocasiones no logró encontrar a nadie aquí que apostara por él. Además aprovechó para recordar que volverá con banda al Garage Sound Festival, que se celebrará el 14 y 15 de julio en Rivas.
La recta final del concierto estuvo centrada por completo en su último disco On The Shoulders Of Giants. Fueron sonando ‘Snake Eyes’, ‘Belly of the Beast’, ‘When It Rains It Pours’, ‘Delilah’ (dedicada a todos los que han sido traicionados alguna vez) y un final -provisional- apoteósico con ‘Hellhound’, que se llevó una gran ovación e hizo inevitable que aquello se prolongara un poco más.
No se hizo de rogar mucho y volvió a ocupar el escenario para los bises recurriendo a un par de versiones, que comenzarían por ‘American Hearts’ de A. A. Bondy. Nos contó que grabaron un video para este tema en una reserva de lobos y resultó un poco complicado porque, cuando llegaron, uno de los lobos mostró una animadversión clara por el músico que le acompañaba, y éste pasó toda la grabación mirando hacia atrás, temiendo que el lobo se acercara y se lo acabara zampando…
Finalmente, dejó la guitarra y cantó un apabullante ‘John The Revelator’ de Son House, que esta vez sí, servía para dar por terminada la actuación.
A la salida, la cola en el puesto de merchandising era una prueba evidente del tremendo poder de persuasión de su directo.
Texto y fotos: CGM