Llegó el Keroxen 2018. 10º Aniversario.
Creo en la gente que cree. Porque es la gente que cambia lo que hay. Porque es la gente que sueña y que nos hace soñar. Menea nuestras convicciones, y nos ayuda a descubrir y avanzar. Creo en la curiosidad.
Estimo a los que crean, a los que sienten y transmiten, y creo sobre todo en las emociones y las sensaciones.
Espero la vanguardia y la experimentación, incluso creo en huir, en ocasiones, de la coherencia o los dogmas.
Creo en el Keroxen.
Porque tan solo entrar allí es toda una experiencia. Volver allí nunca es volver al mismo sitio, todo cambia y se hace distinto. Recuerdos e instantes, y ese aroma futurista que lo envuelve todo como si atravesáramos la puerta de Tannhäuser.
Son performances, sonidos y frases para el agradable recuerdo.
Dicho lo cual, no voy a ser hipócrita, reconozco mi decepción ante el cartel de este año. Yo me esperaba mucho más. Obviamente, esto es siempre cuestión de gustos.
Brutales las dos performances sorpresa que presencié.
Tanto a las maravillosas sexagenarias danzarinas Principiantes, huyendo de los estereotipos de edad y reclamando con maestría su presencia en este mundo, sus sensaciones, sentimientos y emociones. A más de uno nos hubiese gustado acercarnos a regalarles nuestro abrazo. Un trabajo de investigación escénica dirigido por Carlota Mantecón.
Y la sublime puesta en escena de la violencia de género interpretada de forma natural, por su ejecutor el grancanario Rayco Marrero.
Mi enhorabuena todo un impacto.
Con un Planeta no soy objetivo. Me ganaron hace tiempo. Alberto conecta enseguida con mi subconsciente y me eleva el ánimo, y ofrece a mi alma una especie de masaje tranquilizante e inesperado. Me inserto en sus letras con felicidad. Carlos Pérez baila en la percusión haciéndote cómplice de su buen hacer con facilidad. El veterano Diego Hernández con su steel guitar y su maestría cierra el conjunto con el extra del saxofón de Ricardo Marichal. Suenan ya más conjuntados y compactos. Son una delicia.
Me ofrecen una mano amiga que me resulta un cobijo ante las tormentas profundas de la angustia y la incertidumbre de la vida moderna. Yo que sé, Un Planeta es mi rollo.
Al escuchar “Árboles” siento un calor en mi alma y por un instante todo merece la pena.
“…No hace falta demasiado de lo que me trae, quita, pide, exige, roba y no sabe llorar y puede hacer realidad mis sueños y sin embargo se va no lo entiendo…”
Sin embargo Hara Alonso, Rastrillón & Wu me hacen dudar, no son mi rollo. Pero no seré yo quien critique a quien no se conforma desde su elegante pericia, a interpretar partituras no estándar, y huye de las reglas del mercado. Todo lo contrario; me sacaron de mi zona de confort y me hicieron flipar con su viaje sonoro apabullante. Músicos de carrera de un inconformismo manifiesto. Internacionalidad cultural y una apertura de mente poco común.
Muy divertidos Trituradora con su “Carneperro” bajo el brazo. Batería, bajo y muchos pedales. Suenan enérgicos y no dejan ni un instante de tregua. Fueron calentando el ambiente conquistando El Tanque. Al que escribe le gustó especialmente “José Manuel”. Genial y original este dúo tinerfeño.
Cerró esta tercera jornada -la penúltima- el músico electrónico Postman. Tomás de la Rosa volvió a llevarnos de la mano por su particular universo digital. Su síntesis contundente y refinada, alardea de un eclecticismo magistral. Ya quisieran otras manifestaciones más clásicas de la música popular gozar de tanta autenticidad…
Este aniversario tan redondo del festival ha traído un aumento de la famosa pantalla del festival. Semicircular, y aforando la escena y permitiendo reproducir una expresión visual que es marca de la casa. Hector de la Puente, Lasal, Analógicos Anónimos… expresividad plástica al servicio de la música.
Animo a todo el mundo a acercarse al Keroxen y dejarse llevar, prepararse para ver los rayos C brillar en la oscuridad. El tanque es un lugar peculiarísimo y envidio a quien no lo haya descubierto todavía.
Texto: José Fradejas
Fotos: Jesús Villa