Cat Power: Sentido y Sensibilidad

En la era de lo previsible, del marketing extremo, de lo políticamente correcto y del pensamiento único, Cat Power es una bendición. Que una artista desnude sus sentimientos en el escenario y muestre su fragilidad y miedos no es nada habitual. Pero Chan Marshall no tiene un plan B, revela a un público que la venera unas canciones con las que exorcizar viejos demonios y nuevos temores, pero también recibir nuevas ilusiones.

Cat Power en Barcelona Sentido y Sensibilidad 2018.

En una llena Razzmatazz, venía a presentar su extraordinario nuevo disco ‘Wanderer’ (¿el mejor de su carrera? Maybe…), y con curiosidad y expectación, esperábamos ver cómo trasladaría esas tan íntimas canciones desde el calor y privacidad que otorga el estudio, a la imprevisibilidad del escenario. Salió con incienso en las manos, y  cautivó de primeras con un irresistible medley: “Into My Arms” de Nick Cave, “Dark End of the Street”, “I Don’t Blame You”, ”I Am Stretched on Your Grave” y “Horizon”, de su nuevo larga durada. Enlazó la delicada “Robbin Hood” con ese clásico que es “These days” de Jackson Browne (aunque ninguna versión superará a la que hizo Gregg Allman en su debut en solitario de 1973 “Laid back”) y su “Song for Bobby”.

Cat Power en Barcelona Sentido y Sensibilidad 2018

“Woman” ejerció de single en uno de los momentos más celebrados por el público, como la reivindicativa  “Me voy”.“ Pa pa power”, de Dead Man’s Bones y “White Mustang”,  de su cómplice Lana del Rey, la alejaron de un cancionero propio que recuperó con la excelsa “ Metal heart” de Moon Pix.

Cat Power en Barcelona Sentido y Sensibilidad 2018.1

¿Se puede ser tan frágil y llenar todos los rincones del escenario? Ella lo hace posible. Susurra en los momentos más íntimos, impone la fuerza necesaria en las canciones más intensas, y cuando canta con el eco que le proporciona el segundo micrófono, se te hiela la sangre sin poder dejar de observarla ni de escucharla. Todo bajo el riesgo de que, una ligera equivocación, una nota en falso o cualquier circunstancia fuera de su control dé al traste con el recital. Sensibilidad al extremo, que también se hace notar cuando se emociona al oír alguna aclamación de un público que la adora y que se lo hace saber desde el minuto uno.

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Chan lo llena todo de una manera tan expansiva que no necesita ni de una banda sólida a sus espaldas; es extraño que el grupo que la acompaña sea de un perfil tan bajo. Adeline Jason a la guitarra y Alianna Kalaba a la batería y a la percusión no aportan nada fuera de lo mínimamente exigible y solo Erik Paparazzi a los teclados y a la guitarra destila un poco de proactividad.

Hubo altibajos, para qué negarlo. Su propia personalidad y un set list un poco disperso combinaron momentos mágicos (de esos para recordar, esos en que te esfuerzas por controlar las lágrimas) con otros más discretos. Agradecida en todo momento, se despidió (sin posteriores bises, of course) con un “The moon” que sonó a clásico.

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Lejos queda la etiqueta de heredera de Joni Mitchell y Patti Smith. Si hay algo que no le podemos colocar a Cat Power son etiquetas. Por eso la queremos tanto, porque es como nosotros: frágil y errática, con derecho a tener un mal día y sensible hasta la extenuación. Pero sus virtudes superan, y en mucho, a sus presuntos defectos. Tenemos que cuidarla, para que siga con ganas de cantarnos sobre la maternidad, el amor, la muerte y las mujeres, que tiña de Soul y RnR todas esas letras y música que nos impactan con desmedida emoción.

Texto y fotos por Albert Barrios.

 

 

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