Lo del pasado sábado 9 de febrero en el Teatro Barceló en Madrid con Jesse Dayton y Wilko Johnson, no es más que otra muesca en el revolver de que algunos han decidido morir con las botas puestas encima del escenario.
Lo de Wilko Johnson en Madrid fue como darse un homenaje de estar vivo y dárselo con nosotros. Y un punto de nostalgia y otro de pasarlo bien. Lo de Jesse Dayton fue el auténtico bolo, no un telonero, nos comentaba Juan J. Vicedo, tras el concierto.
Como vendedores de panaceas en un pueblo cualquiera de la frontera con México. Así nos congregaron el sábado pasado en el Teatro Barceló madrileño, puntuales a la cita, la banda de Jesse Dayton.
Tres tipos curtidos en mil batallas y con el guión de como hacer rock & roll en los genes. Ya no hay vuelta atrás. Cash, Jennings, Willie Nelson, AC/DC, Harpo, en una fiesta que repasó, sin peros, la historia de la música de alto voltaje y alta graduación. Casi una hora para dejar paso a la leyenda guitarrera del pubrock inglés Wilko Johnson. Quien quizás no tuvo su mejor noche, pero nos hizo sonreir con los clásicos de sus Feelgood. Nada fácil subir el al escenario tras Dayton y los suyos, admitió tras aquella fantástica noche.
El tejano Jesse Dayton como si hubiese sido otro hijo musical de la la época de la Gran Depresión en Estados Unidos, nacido en Beaumont Texas, en suelo hostil y rural donde el sueño americano se había hecho trizas, junto a sus dos escoltas, el de San Antonio Chris Rhoades al contrabajo y bajo y desde Atlanta en georgia, Kevin Charney a la batería salieron al escenario del Teatro Barceló en tromba y con los roles bien definidos.
Dayton y los suyos empezaron a construir un universo maldito de canciones fuera de la ley, reivindicando en Madrid el sonido eléctrico del de sus diecisiete canciones que interpretó rezumaron todo ese Soul sureño que desprende su garganta, honky tonk, cow punk, country y rock and roll.
La magia cruda del rock and roll permanezca por siempre, suciedad, poderío escénico, brillantez; son pocos los apelativos a tal espectáculo de apenas una hora, intercalando temas de sus últimos discos: «The Revealer» (2016), «The Outsider» (2018), «Country Soul Brother» (2004), o de su reciente directo «On Fire in Nashville» (2019).
Con un final de espectáculo de ensueño interpretando las colosales Lonesome, On’ry and Mean de Waylong Jennings, Pancho & Lefty de Townes Van Zandt más el remix de «Shape your hips» de Slim Harpo, con el Whole Lotta Rosie de AC/DC, relos pelos de punta.
Jesse Dayton nunca yuvo que elegir un género o enfocarse en un mundo particular. Como tejano, la industria quería saber cuál sería el tamaño de su sombrero. Nunca pudieron, nunca lograron controlar el sonido de su guitarra, el inconformista y con gran personalidad, una versatilidad reflejada tanto en su exposición como en un reguero de contactos personales que permitieron a Jessie Dayton enaltecer su patrón mirando sin recelo atisbos de renovación.
Y si, donde hay dolor, hay canción, podría expresarse en la poderosa imagen que transmite Wilko Johnson encima del escenario en Madrid. El inglés quiso dejar un legado a sus fans, el recuerdo de su música y quiso tocar para no pensar, dar vueltas con la guitarra por el escenario como alma endiablada antes que estar como alma en pena comprando el pan y el periódico hasta el juicio final.
Decidido a no convertirse en momia en vida, probó a reinventarse por el camino de retorcerles el brazo a las canciones hasta que a éstas les cambiara la cara por completo.
«Going back home» y «Blow your mind» sus dos últimos discos, más sus epístolas de Dr. Feelgood fueron la espiral de locura del desafine a destiempo, magia musical propia de la espiral Wilkoniana de locura interna, suma la carraspera al desafine para conseguir una voz que es como si te hablara el mismísimo Satanás.
Concierto de Rock and Roll granuja más que correcto de Wilko Johnson en Madrid escoltado por un espléndido Norman Watt Roy al bajo y Dylan Howe a la batería,
Recital diabólico de Wilko Johnson y sin concesiones, tejiendo tema tras tema con muchísima garra durante casi la primera hora del concierto con un catálogo musical basado en las claves básicas del rock’n’roll y el rhythm and blues, bebiendo tanto de Chuck Berry, como de los primeros Rolling Stones y sobre todo de Dr. Feelgood.
Sin Wilko Johnson y Dr. Feelgood hubiera sido imposible el punk en Inglaterra a comienzos de los años setenta, cuyos adolescentes tomaron a la banda como ejemplo de cómo ser económicos y radicales.
Wilko Johnson sigue resistiendo el paso del tiempo, sin trampa ni cartón, aportando argumentos de sobra, para unos sí, y otro no, para que uno saliera del concierto con la sensación de que seguirán dando que hablar. “Bye Bye Johnny” de Chuck Berry cerró su concierto.
Jesse Dayton y Wilko Johnson, dos tipos que nos aproximaron al fuego del blues y rock & roll con esa calma del country más salvaje genuino y primitivo, dando la vida en el escenario y desprendiéndose de sus alma en cada canción, combustible aupado a nuestros cerebros.
Texto por Carlos Pérez Báez, y Juan J. Vicedo.
Fotos y vídeos por Ana Hortelano y Javier Naranjo.