El grupo Universal Music compró los derechos del catálogo completo de canciones de Bob Dylan, una de las adquisiciones más importantes en la historia de la música y un nuevo episodio de la batalla desatada en la industria discográfica. Una ocasión única para el regocijo de seguidores de siempre, así como una inmejorable puerta para que entren los recién llegados a la fiesta dylanista inolvidable.
Difícil, muy difícil sintetizar a alguien como Bob Dylan. Setenta y nueve años de vida más casi seis décadas en la carretera es mucho tiempo, muchos Dylan. Pero de vez en cuando se producen conjunciones astrales que permiten, simultáneamente, revisar su pasado más o menos lejano y disfrutar de su presente. Y así, de algún modo, comprenderlo y comprehenderlo.
El acuerdo abarca más de 600 canciones, incluidas las más famosas del único cantante que ha recibido el Premio Nobel de Literatura (2016). Las canciones de Bob Dylan han sido grabadas más de 6.000 veces por artistas de todo el mundo y ha vendido más de 125 millones de discos. La discográfica no especificó el monto de la compra. Según The New York Times, podría superar los 300 millones de dólares.
El acuerdo de Dylan incluye el 100 por ciento de sus derechos para todas las canciones de su catálogo, de las cuales solo una no fue escrita por él, incluidos los ingresos que recibe como compositor y su control de los derechos de autor de cada canción. A cambio de su pago a Dylan, Universal, división del conglomerado de medios francés Vivendi, recaudará todos los ingresos futuros de las canciones.
Este 2020 es otro de esos años en que los tiempos siguen cambiando, un viento idiota no deja de soplar y el pasado puede repetirse. Pocas veces un solo nombre tuvo tantas caras y pocas veces un artista pop se las ha arreglado para permanecer flotando en la cresta de la ola durante tanto tiempo. Muertos Sinatra y Cash, sobre todo, parece indicar que a Dylan, sobreviviente de muchos naufragios, nos regaló este año del covid, el extraordinadio “Rough and Rowdy Ways”, primer álbum con canciones inéditas desde “Tempest” (2012).
Bob Dylan me ha sorprendido muchas veces en los últimos cuarenta años, de buenas y malas maneras, pero no pensé que tuviera un álbum tan maravilloso y enigmático como este con casi 80 años. Si nunca hubiera escrito otra canción después de cumplir 25 años, su lugar en la historia estaría en lo más alto, seguro. Este disco consolida aún más su legado como el mejor artista con mejor discografía de la historia.
A estas alturas un artista del nivel de Dylan te va a hacer algo malo. Esta estirpe de músicos están siempre por encima del bien y del mal. Swing, canciones de cuna, blues y rhythm & blues recorren por esta hora y diez minutos. Diez reflexiones sobre las contradicciones de una América patas arriba, un disco de risas y lágrimas, de angustia y de tripas, de conversaciones con la muerte que se acerca, en este “Rough and Rowdy Ways”, su primer disco con canciones originales en 8 años. De su portentosa banda compuesta por músicos arenosos que nada tienen que envidiar a The Band, capítulo aparte. Gloriosos.
“Rough and Rowdy Ways”, no es más que otra muesca en el revolver de alguien que ha decidido morir con las botas y el sombrero puestos, encima del escenario. Nunca fue fácil ser seguidor suyo, él ha decidido ser exigente con ellos, requiere paciencia y atención para disfrutar. “Maneras ásperas y ruidosas” de Dylan, menos en este disco en esa espiral de locura del desafine, magia musical propia de la espiral Dylaniana de locura interna, suma la carraspera al desafine para conseguir una voz que es como si te hablara el mismísimo Satanás. «Échale la culpa a un simple giro del destino», Blame it on a simple twist of fate, que diría Bob.
Foto de portada por Koldo Orue.
