Este año y media de pandemia, que estamos viviendo, ha hecho mucho daño a multitud de colectivos, y no solo a ese en el que todos piensan, y a los que los Ayuntamientos (sin olvidarnos de la campaña electoral de la adorada IDA) han volcado todos sus esfuerzos para intentar aliviarlo en la medida de lo posible. Uno de los que más han sufrido es, sin duda, el mundo de la cultura y del espectáculo y todo lo que se mueve a su alrededor…actores, músicos, salas, promotores, programadores culturales, y ese amplio y en ocasiones ignorado gremio que engloba a técnico de sonido, de luces, gente que se encarga de montar los escenarios, del transporte y un largo etc, sin los que muchas de esas aventuras serian imposible.
Pero este tiempo perdido para la mayoría, para los gallegos de The Soul Jacket, les ha servido, por lo menos para acabar su nuevo trabajo “Let Me Stand” (2021), un disco soberbio, donde han dejado reposar las ideas y le han dado ese tiempo, que en otras ocasiones no suelen tener, para que las canciones ganen forma y templanza; (y donde, según cuentan, se han quedado en la recamara un buen número de temas que prometen una continuación) y además, si su directo anteriormente era excepcional, este tiempo de parón les ha permitido crecer como banda y ponerse un escalón muy por encima de la mayoría de bandas de esta nación, y es que ¡sí! The Soul Jacket son la mejor formación (junto a los madrileños Morgan) que a fecha de hoy, se puede ver y disfrutar sobre un escenario.
The Soul Jacket han abierto esa coctelera donde mezclan esos ingredientes de Funk, pasando por la Psicodelia, el Rock, o el Soul, que llevan en su ADN y han completado un trabajo excepcional, que andan presentando en directo dentro de esta precariedad que vivimos, en una gira complicada pero necesaria, y es que como comenta su cantante, Toño López, «después del trabajo en el estudio hay ganas de reencontrarse con la gente y que los temas fluyan en concierto, llevarlos más allá, como siempre hemos hecho», demostrando, una vez más que la #musicaenvivo es muy necesaria y, por descontado, que la #culturasegura.
En sus DNI figuran que son gallegos, como las zamburiñas o los grelos, pero podían pasar por una banda recién llegada del medio oeste norteamericano. Casi dos horas de concierto que se quedaron cortas y dejaron a la gente con ganas de mucho más. Una vez más los Conciertos Salvajes acercaron a la ciudad a una de esas bandas que la música popular de esta nación tendría que tener cubierta con una cúpula de vidrio. Los temas de su último disco fueron la base del concierto, donde con una interpretación rocosa se mezclo desde el groove funkoide, el soul sofisticado, el rock más americano, o esos ramalazos negroides, que surgen desde el fondo del escenario con una base rítmica impecable integrada por Jann Zerega, al bajo y coros, junto a Mauro Comesaña a la batería y coros; a su lado un enmascarado Xabier Vieitez, a los teclados y ruidos varios; en cada lateral Jorge Mizer, a la guitarra y coros y Guillermo Gagliardi, a la guitarra, y sobre el centro, cerrando todo el conjunto, la imagen más visible de la banda, esa reencarnación local del británico Joe Cocker que responde al nombre de Toño López, a la voz y percusiones.
Cuentan que en este ultimo trabajo, el quinto de su carrera, han jugado a ser «un poco Phil Spector» grabando «capas de guitarras con múltiples efectos a un volumen ensordecedor para poner la válvula al rojo, coros, sintetizadores, percusiones… capas y capas de detalles sonoros» y en el que recuperan el espíritu de lucha, por la igualdad, la justicia, convirtiendo a la música en un instrumento de denuncia, como lo ha sido siempre a lo largo de la historia; y los Conciertos Salvajes nos los han vuelto acercar a esta cuidad, y si eres inteligente, la próxima vez que se acerquen a tu pueblo, corre y vete a verlos, porque a poco que disfrutes de la música, te gustaran.