Me está gustando el documental, «The Beatles: Get Back», pero no voy a hablar de eso: Doble rojo, doble azul

Beatles Get Back reseña review
Beatles Get Back reseña review

A los hermanos mayores de mis amigos les gustaban los Beatles, y mis amigos hablaban de los Beatles y de lo mucho que les gustaban a sus hermanos. Cuando eso sucedía tenía ocho o nueve años y los Beatles no se habían separado todavía. De algún modo pensaba yo que ser mayor, como los hermanos mayores de mis amigos, pasaba por dos cosas: dejarse el pelo un poco más largo y tener un disco de los Beatles. Con mi madre no tuve mucha suerte y seguí pasando por la peluquería como siempre. Mi padre, sin embargo, se ocupó de que mi carta a los Reyes Magos, que simplemente decía «un disco de los Beatles», así sin más, se materializara en el doble rojo. Mi padre se refería a la música pop con mucho respeto llamándola «música de negros» y yo pensaba que lo decía por desconocimiento. Más tarde supe que era él quien estaba en lo cierto.

El doble rojo fue mi primer elepé, y se salía de la superficie de mi pequeño tocadiscos como un sombrero gigante. Aprendí inglés a mi manera con las letras del disco y unos diccionarios del tamaño de una caja de cerillas, de tapas verdes y papel muy fino, propaganda de un laboratorio farmacéutico. Tenía diez años y me veía mayor, aunque solo a medias, porque los mayores llevaban el pelo más largo que yo. Dos años después los Beatles ya eran cosa del pasado y en casa tenía el single de Imagine. En El Corte Inglés de Valencia – en Alicante no había – me encontré con el doble azul y puse mi mejor sonrisa para que mi padre lo pasara por caja. Íbamos de vacaciones a Orihuela del Tremedal y se quedó en la maleta una semana entera, pero al regreso supe que existían las chicas con ojos caleidoscópicos y los campos de fresas y que yo soy él como tú eres él como tú eres yo y nosotros somos todos juntos. No fue fácil, porque no sé a quién se le ocurrió escribir las letras en negro sobre fondo azul.

Tuve todavía que esperar un par de años para poder llevar el pelo largo. Para entonces el profesor de música del colegio nos decía que toda la música pop derivaba de lo que habían hecho los Beatles. Nosotros protestábamos y le hablábamos de innumerables artistas que supuestamente lo desmentían. Nunca he sabido si lo decía por desconocimiento o por convicción, pero como siempre sucede nadie tiene toda la razón todo el tiempo.

O eso cantaba Dylan. Fuese como fuese ha pasado medio siglo y esas canciones del disco rojo y del disco azul son, nota por nota, sílaba a sílaba, la memoria de una vibración que me hizo ver el cielo más luminoso, adivinar cómo sería coger de la mano a alguien, intuir que ser diferente era hermoso y deseable. Tal vez soy como soy porque un día quise tener un disco de los Beatles para ser como los hermanos mayores de mis amigos.

Sitting on a cornflake waiting for the van to come…

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