En el año 1994 surge la idea del que es uno de los más longevos Festivales y, eso sin dudarlo, el «más largo festival del mundo», el Valladolindie. Un festival pionero en muchas cosas en esta ciudad, un proyecto que consiguió realizar una programación vertebrada en varias salas y a lo largo de todo un año, y que abrió la ciudad a poder ver sobre sus escenarios, a grupos independientes que solían pasar de largo en sus aventuras peninsulares.
Cuenta Roberto Terne, el «alma mater» de todo este invento en una reciente entrevista, que la gran aportación de este Festival que ha dejado en la ciudad, es que «ha sido la referencia de mucha gente que acabó luego dedicándose a la música y que empezó viendo sus primeros años de concierto».
A lo largo de todos estos años hemos visto un sin fin de grupos que han marcado momentos mágicos en el ideario de más de uno. Una programación que con el tiempo ha evolucionado a dos vertientes desde mi punto de vista. Una de ellas, que podríamos llamar, «conciertos alimenticios» y que son su gran buque insignia y que permite hacer caja al Festival para poder seguir defendiendo una interesantísima segunda programación, donde grupos con menos peso mediático pero infinitamente más interesantes, por lo menos para mi, son los verdaderos protagonistas de un Festival que después de muchos años sigue manteniendo el mismo espíritu de sus primeras épocas.
A lo largo de estos años su trayectoria que en unos primero años les alejo del apoyo de instituciones se ha consolidado y es que un buen número de formaciones o de managers les tiene como uno de los de los referentes dentro del panorama musical nacional…y no nos engañemos, si en lugar de ser Valladolid su nombre de referencia, las grandes capitales musicales nacionales colocaran su nombre en esa referencia, la mitad de los tabloides o de emisoras se rendirían ante un Festival que es «más largo festival del mundo», y eso es indiscutible.
Bajo una premisa propia de estos tiempos de confusión y de incertidumbre se desarrolla una #culturasegura que confirma que la #musicaenvivo es más imprescindible que nunca, una vía de escape y terapéutica, una celebración social que nos acerca y nos une.
Dentro de esta programación (dejo al lector que la clasifique en el bloque que considere más oportuna), el pasado día 18 de Febrero de este 2022, arranco una 26º Edición que nos acerco a estos cuatro músicos que, desde distintas procedencias, se juntaron en el 2012 y bajo ese nombre con matices geográficos, León Benavente, ese nombre que hace referencia al tramo de carretera existente entre León y Benavente que hay yendo hacia el norte de España, bastante transitado por los cuatro músicos, Abraham Boba, voz y farfisa; Eduardo Baos, bajo y sintetizador; Luis Rodríguez, guitarra y César Verdú, batería y percusiones, nos presentaron su último trabajo, ese «Era» (2022), cuarto trabajo de larga duración de la clasificada como super-banda, y del que cuenta la prensa especializada, es un pequeño giro estilístico ajeno a modas, un trabajo con el que pretenden seguir conquistando a sus seguidores, y que por descontado deslumbro a una abarrotada Sala Blanca del Lava de Valladolid. Partiendo de unos ambientes electrónicos han desnudando de guitarras sus canciones, intercambiando instrumentos para volvernos a exigir atención como oyentes….canciones sin armaduras y es que como señala Abraham Boba ahora “es el momento de prestar atención al ser humano. Lo humano tiene que seguir teniendo su importancia en este mundo”.
Fotos Jesús Díez.
