Castell de Pop. Baby Scream

Castell de Pop. Baby Scream disco reseña

Baby Scream es el paraguas que abre Juan Pablo Mazzola cuando la lluvia arrecia y no encuentra cobijo. Mientras el agua corre junto a las aceras, sus canciones ponen banda sonora a las conversaciones del músico consigo mismo, a reflexiones sobre soledades y esperanzas que se difuminan.

Es la voz de Mazzola el sonido de los sueños por cumplir, y sin embargo en su languidez melódica hay algo escondido que te hace sentir bien, como si vieras el sol que siempre sale. En la primera de las canciones, “Castaway”, la guitarra suena como gotas de lluvia, persistentes, ligeras, y solo al final el piano amplía el horizonte de la música, como si tras el sueño fuese a emerger la realidad.

No importa en que estudio se haya grabado el disco, Mazzola canta en su habitación, o en la nuestra, tranquilamente sentado sobre la alfombra de los días que pasan. Hay un reflejo beatle en las ventanas de esa habitación. Mazzola apuesta por la naturalidad y los arreglos están cuidados para que no se impongan, para que no estorben, y no obstante hay momentos, como “Chillin’”, en los que los efectos sonoros aparecen como un envoltorio transparente.

Hay un aire de maqueta en todo esto que te hace sentir cerca de las canciones, el mismo toque de baja resolución de la carpeta, con fotografías veladas por el contraluz. Este no es un disco para despertar, sino para soñar. “Castell de Pop”, con su desconcertante título, que no es más que el nombre de una calle en Valencia, es un espejismo que te hipnotiza, una nebulosa en la que puedes flotar indefinidamente.

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