No es que se me pasase por alto en su día, es que ni siquiera supe de su existencia hasta hace unos pocos años; pero comprendedlo, corría el año 91: Nirvana, el grunge, el rock alternativo, el funk-metal…Uno no da para todo, no existía internet y, aunque ya conocía su demoledor tercer álbum ‘11’, como casi todo el mundo nunca llegué a pasar de los tres (excepcionales, eternos y ninguneados) primeros trabajos de The Smithereens.
Debido a la triste y prematura muerte de su líder Pat Dinizio, decidí aventurarme en su cuarto disco ‘Blow up’, con preciosa portada a cargo del legendario Saul Bass. El caso es que no me gusta vender humo; se trata un buen trabajo, con algo de relleno que, lógicamente, se queda un rato lejos de su trilogía inicial. Con cierta precipitación por mi parte, en una primera audición incluso me pareció pelín decepcionante, pero con las sucesivas escuchas empezaron a surgir detalles que lo hacen especialmente reivindicable.
De sonido continuista respecto a su predecesor (repite Ed Stasium a los mandos) abre fuego con un tema en la onda de ‘A girl like you’, ‘Top of the pops’, de estribillo tontorrón pero efectivo, y que salió publicado como primer single. Pero lo bueno viene a continuación con ‘Too much passion’, un delicioso tema con aires soul, otra de esas composiciones perfectas de Dinizio que posiblemente se escurrieron por el sumidero de la indiferencia. Y sí, Graham Parker, tienes toda la razón del mundo; que la pasión no es una palabra vulgar y bla bla bla, pero uno, que ya ha alcanzado peligrosamente los cincuenta y tenido unos cuantos desengaños amorosos, se identifica con el bueno de Pat cuando entona en tono desencantado que ‘demasiada pasión no es suficiente’.
Y es curioso, porque el álbum funciona mejor cuando adquiere un tono más amargo que cuando se la banda se vuelve rockera. Porque seamos sinceros, amigos: Pat era algo feucho, posiblemente un calvo acomplejado y últimamente se había puesto de un fanegas que daba miedo, pero ¡hey!, el tipo tenía una facilidad insultante para destilar melodías y también tenía su corazoncito, y lo demuestra en una preciosidad titulada ‘Evening dress’, que entronca con la desolación y tristeza de ‘Cut flowers’ de ‘11’.
Dos colaboraciones compositivas bien curiosas: Diane Warren, la creadora de megahits azucarados para multitud de artistas, que no logra empañar la amargura de la bonita ‘Get a hold of my heart’ y el hijísimo de John Lennon, Julian, que participa en el hipnótico tema final, ‘If you want the sun to shine’, con unos imponentes arreglos orquestales.
‘Blow up’ suena a última oportunidad, a un loable último intento de lograr un éxito que siempre se les fue negado, a banda al borde del desahucio. De hecho, y volviendo al inicio del post, aún por encima le tocó la mala suerte de coincidir con el lanzamiento del ‘Nevermind’ de Nirvana. Lo tenían crudo no, lo siguiente. Averiguad por vosotros mismos si valía la pena….
NO MUSIC. NO LIFE. PLAY IT LOUD, MUTHA! FUCK YOUR SPEAKERS. MAKE ART NOT FRIENDS. MUSIC IS MEDICINE
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