Jill Barber edita «Homemaker», el disco número 11 de su carrera. A pesar de todo, ella es una artista muy poco conocida en nuestro país. Y no debería ser así, porque su música folk es una delicia. En su nuevo disco canta las alabanzas de ser ama de casa y vivir en familia con mucho amor y delicadeza. «Homemaker» es un canto al sueño canadiense, mucho mejor que el americano. Su país está lleno de grandes artistas que merecen ser descubiertos.
Los músicos del álbum son Jill Barber, Paul Rigbyon (guitarras, banjo, mandolina y pedal steel); Mary Ancheta (órgano, piano y Wurlitzer); Erik Nielsen (bajo); Geoff Hicks (batería) ;Meredith Bates (violín), Peggy Lee (violonchelo) y Slow Leaves (Grant Davidson) en voz y guitarra. También tenemos a Suzie Ungerleider, otra maravilla canadiense, haciendo coros. El álbum fue producido por ella misma y Erik P. H. Nielsen en los Afterlife Studios de Vancouver. El fantástico diseño retro del álbum es obra de Jud Haynes y ha sido editado por Outside Music.
Escucha «Homemaker» de Jill Barber aquí:
Jill Barber ha sido nominada al Premio Juno tres veces. Su repertorio abarca un espectro que va desde el folk hasta el jazz vocal y el pop e incluye canciones tanto en francés como en inglés. De hecho, algunos de sus mayores éxitos han venido en francés. Su álbum «Metaphora» (2018), logró el número 1 con «Girl’s Gotta Do», aunque con un sonido mucho más convencional. Además, cuenta entre sus admiradores a artistas favoritos de nuestra casa como Blue Rodeo, Ron Sexsmith o Kris Kristofferson. Sus canciones han aparecido en cine y televisión, destacando la campaña mundial de Chrysler con la canción «Never Quit Loving You».
“Estas canciones son enormemente personales y un reflejo muy profundo de mi alma, así que sentí un instinto casi maternal de producirlas, aunque nunca lo hubiera hecho antes”
Cualquiera que ame esa mágica combinación de sonidos americanos folk con un toque de pedal steel estará encantado con este disco, que está hecho con el espíritu de las grandes damas del folk de los años dorados. El álbum tiene un impresionante encanto retro no solo por la música, sino también por su diseño, inspirado en aquellos discos sesenteros que mostraban los títulos de las canciones en portada.
Las reflexiones sinceras de Jill Barber sobre el matrimonio y la maternidad hacen del disco un trabajo casi conceptual, impregando todo el álbum del principio al final, con la declaración de amor a su marido «Still In Love». Por el camino, «My Mother´s Hand», una disculpa a su madre por no estar disponible el día de su cumpleaños y apología de las amas de casa en «Homemaker» y en «Woman Of My Own Dreams». En «Big Eyes» reflexiona sobre la maternidad. “Joint Account” es el punto culminante del álbum. Barber y Slow Leaves (Grant Davidson) armonizan sus voces para celebrar la feliz simplicidad de un matrimonio perfecto. El violonchelo de Peggy Lee acaba por elevar la canción a otro nivel.
A pesar de todo, también hay espacio para la crítica a la vida moderna. En «Beautiful Life», ataca implacablemente las cuentas en redes sociales donde se sustituye la vida real por una inventada llena de filtros y falsa felicidad: «No sé influir en nadie, ni sé parecer la mejor madre del mundo o la esposa perfecta/ Pero yo no necesito una foto bonita para saber que tengo una vida hermosa».