KristonFest 2023 cumplió con las expectativas tanto de los organizadores como del público que se dieron cita el pasado 27 de Mayo en la madrileña Sala La Paqui. Diez años cumple este festival que con ciertos altibajos a lo largo de su historia se mantiene vivo y con una continuidad desde que nació. Desde las entrañas de la gran ciudad, el color negro, melenas y bargas largas, poco a poco, iban tiñendo el recinto donde el encuentro con los sonidos más pesados y oscuros del metal se daban cita con cuatro formaciones. Desde Alicante, en sustitución de Inter Arma, se presentaba el trío Rosy Finch que aunque venían presentando su último EP «Secunda Morte», se decantaron por rescatar temas de su trabajo «Scarlet» de 2020. La fundadora guitarrista y cantante Mireia al frente junto a Juanjo Ufarte a la batería y Oscar Soler al bajo, con porte insensible suscitaron con «Oxblood». Preludio donde el color rojo y un rotundo bajo resquebrajaba las paredes del averno.
«Inferno», «Amaranto» ponía en prueba la agresividad sombría que se desbordaba por momentos. Una voz melodiosa y pausada se mutaba en un rugido a todo pulmón. Riffs pesados junto a una impetuosa base rítmica llamó la atención del respetable. La combinación de grunge rock con un sonido visceral y acometedor se manifestaba con «Lava», «Paradiso» y «Alizarina». Con los horarios ajustados al máximo, seis temas compusieron el paso de Rosy Finch por el Kristonfest 2023. Mars Red Sky, desde Burdeos (Francia) seguían la contienda musical con un envolvente «Apex III», así iniciaban un viaje sonoro compuesto por un ínfimo repaso a sus trabajos, excluyendo su disco «Stranded In Arcadia». Una traslación a la Psicodelia Stoner con temas como «Collector» o «Crazy Heart» revelaban una voz inocente y lánguida.
Una resonancia cósmica con una vigorosa línea de bajo a cargo de Jimmy Kinast hostigado por la batería de Mathieu Gazeau. Las composiciones de esta formación florecen gracias al abuso de efectos que emanan de la guitarra de Julien Pras recompensa de la amplia gama de pedales de los que dispone y el buen hacer de su ejecutor. «Maps Of Inferno» (parte cantada por el bajista), «Marble Sky», «Strong Reflection» consumaban una actuación que no llegó al nivel que dejaron sus compañeros que les precedieron. Llegaba la hora de que subiesen al escenario uno de los platos fuertes de la tarde-noche los estadounidenses The Obsessed. El cantante y guitarrista Scott «Wino» Weinrich al frente de la legendaria formación dieron un repaso a su trayectoria demostrando en Madrid el porqué son considerados formación de culto. Iniciaron su ansiada visita a nuestro país rescatando «Brother Blue Steel» de su segundo trabajo, junto a «Streamlined», «Sacred».
Una primera toma de contacto con temas de tres álbumnes distintos para centrarse con «To Protect And To Serve», «Blind Lightning», «Streetside» de su trabajo de 1994 «The Church Within». Los sedimentos del rock clásico están presentes en su personal estilo, rebrotando en el semillero de bandas que consolidaron el sonido doom metal. El dinosaurio «Wino» junto a Jason Taylor a la guitarra, Brian Constantino a la batería y Chris Angleberger al bajo consiguieron una atmósfera lenta y pesada. Resultado de la articulación de una opresiva base rítmica con riffs poderosos y exclusivos junto a una voz esculpida por el paso de los años. Así son The Obsessed en directo, indómitos y austeros logrando un sonido íntegro a la vez que escabroso. Vincularon los primitivos «Endless Circle» y «Tombstone Highway» con el nuevo tema «It´s Not Ok». En la recta final seleccionaron «Skybone» y ofrenda-clausura con «Lost Sun Dance» de Spirit Caravan, formación que surgió a finales de los noventa liderada por el dinosaurio «Wino». Una formación como The Obsessed se merecían, al menos, el tiempo necesario para ejecutar un par de bises, no había un cabeza de cartel… había dos. La guinda a la décima edición del KristonFest la puso la formación sueca Graveyard, formación que tiene un gran número de fieles seguidores en nuestro país. Un reposado inicio con «Hard Times Lovin» creaba un ambiente íntimo y cercano. No tardaron en rescatar dos de sus himnos «No Good, Mr. Holden» y «Hisingen Blues» de su primera época junto a «Cold Love» de su última entrega discográfica para dar rienda suelta a la locura desatada, tanto arriba como abajo del escenario.
Regreso al sosiego con «Uncomfortably Numb» y mostrar el lado más intrínseco de esta banda. Los provechosos cambios de ritmo desembocan en una amalgama de sonidos que beben de la psicodelia, el blues o el rock setentero, de los cuales engendran composiciones como «Buying Truth», «Bird Of Paradise», «Please Don´t» o «It Ain´t Over Yet». El cantante y guitarra Joakim Nilsson, el guitarrista Jonatan Larocca-Ramm junto a la base rítmica compuesta por Truls Mörck al bajo y Oskar Bergenheim al bajo establecen un asentamiento sonoro en el cual la improvisación juega un gran papel y mantiene viva la identidad de esta formación encima de un escenario. Repertorio basado en escogidos temas de su trayectoria, suprimiendo su primer trabajo. «Slow Motion Countdown» daba paso a Mr. Mörck para que interpretara a la voz una de las nuevas composiciones, «Halet», que formarán parte de su nuevo trabajo. «Goliath» y «The Siren» sirvieron para para que la banda tomara un respiro en los camerinos. «Can´t Wolk Out» y «Ain´t Fit To Live Here» fueron los bises obligados para satisfacer los deseos de la multitud. Una nueva edición del KristonFest que cumplió con creces cualquier perspectiva de incertidumbre con cuatro bandas cada una con un estilo muy personal. La única pega los límites horarios con los que juegan las bandas.
Fotos y Texto: Angel M. Hernández Montes y J. Carceller
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