Lo más fácil al hablar de Danny Kirwan es citar su «crónica negra», su mala suerte, compartida con sus dos compañeros a la guitarra de los iniciales Fleetwood Mac, Peter Green y Jeremy Spencer. Problemas mentales, sectas, abuso de drogas y alcohol . Muy injusto que tres jóvenes tan destacados descarrilaran de forma tan brutal, y sobretodo Kirwan, que se llevó la peor parte.
Después de abandonar la banda madre a principios de los 70’s y facturar tres discos súper disfrutables, la llegada de la nueva década lo convirtió en un «homeless» hasta (casi) su muerte en 2018, a la edad de 68 años. Pero mejor hablemos de su talento sin igual.
Y si no escuchen como lo definió su compañera Christine McVie : » the white english blues guy».Y es que su participación fue decisiva en el éxito del grupo, un legado para la posteridad bañado en blues de alto nivel emocional. De su carrera en solitario se podría decir que «Second Chapter» (1975) es su mejor obra y «Hello there big boy!» (1979) su no tan inspirado canto del cisne, pero mi preferido es el crepuscular «Midnight in San Juan«(1976).
Un álbum que sorprende por su cuidada elaboración, combinando pop inglés de alta graduación con sonidos country rock y aromas West Coast. La canción que da nombre al LP es una de mis piezas instrumentales favoritas, una joya tan atemporal como espiritual: como decir tanto sin decir nada. El nivel es tan alto que la versión en clave reggae de «Let it be» es lo único que baja del notable. Prescindamos de la tristeza y celebremos la obra de un músico más que especial. Oh Well…!!!!
