Malcom Scarpa: “Los dos clásicos griegos más importantes son Platón y Demis Roussos”

Se cumple ahora un año del fallecimiento de Malcolm Scarpa (1959-2022), un artista polifacético cuyos ecos se amplifican después de su prematuro adiós. Varios trabajos (discográficos, editoriales y audiovisuales) aparecerán en los próximos meses con el fin de realzar el talento de una personalidad irrepetible que escapó en su momento del radar de los grandes públicos

“Comentó con sus amigos de Bilbao que ´hasta que no me muera no voy a tener un reconocimiento´, explica a El Adelantado de Segovia Rosa M. Scarpa, su hermana e impulsora de iniciativas para rescatar una obra que causa asombro en círculos artísticos situados en los márgenes de la cultura oficial. Y parece cierto. Solo un año después de su muerte, el 17 de julio de 2022, se avecinan varias iniciativas que pretenden recuperar la figura de uno de los artistas con mayor talento y menor resonancia en nuestro país.

Actualmente se ultiman los preparativos para lanzar un disco con canciones inéditas de Malcolm Scarpa. El material ha aparecido tanto en su hogar como a través de amigos dispersos por varios rincones del país. Colaboran en los trabajos de producción músicos de prestigio como Jorge Flaco Barral, entre otros. La cantidad y calidad de las composiciones que han aflorado genera dudas entre los promotores sobre si conviene sacar un disco doble o solo un elepé. Scarpa compuso durante su carrera más de 300 canciones que mostraban su maestría en estilos sonoros tan variados como el blues, jazz, country, vodevil, ragtime, rock, swing, canción francesa, bolero… No obstante, ninguno de sus álbumes publicados desde 1991 triunfó en el mercado discográfico. Quizá, como en tiempos del Cid Campeador, pueda ahora lograr una victoria en los campos de batalla discográficos…

Pero hay más. Rosa M. Scarpa organizó el pasado 24 de enero un homenaje a su hermano en el que participaron más de treinta músicos. Fue en Madrid, en los bajos del cine San Pol, espacio que inspiró una de sus canciones más celebradas. Una docena de cineastas y profesionales de diversas disciplinas trabaja desde finales de 2022 en un documental dedicado al “genio de Pueblo Nuevo”. En la película se recogen varias actuaciones que se celebraron durante las tres horas que duró el homenaje, junto a entrevistas con artistas participantes en el encuentro (Xulián Freire, Ñaco Goñi, Jackie Revlon, Luis González, Juan Ferrari, Pablo Solo, Los Estanques, Annie B. Sweet o Rafa Sideburns, entre otros). Colaboraron de forma altruista en el encuentro músicos treintañeros, cuarentones, cincuentones, sexagenarios y septuagenarios, con un abanico sonoro que abarcaba desde el blues hasta la psicodelia, una mezcla simultánea casi imposible de encontrar en la escena musical.

Los testimonios que aparecen en el documental reflejan la admiración de los instrumentistas por Malcolm y explican algunas claves que apuntan a su genialidad. También se desgranan anécdotas reveladoras de una personalidad fuera de lo común, junto a reflexiones en torno a los motivos que le impidieron alcanzar un éxito suficiente para subsistir. Algunos músicos califican a Malcolm de “Bowie español” (Luca Frasca), “nuestro Paul McCartney” (Buttler, del grupo Ameba) o “una especie de Antonio Vega” (Francisco Simón), referencias lo suficientemente dispersas como para atisbar el vasto espectro cromático de su trayectoria. Composiciones como la citada En los Bajos del Cine San Pol, Chasing Clouds (con colaboración de la productora Two Baskos), Me and My Buddy, Sunday Afternoon, El Estanco de Paula, Heart to Heart, Keep Me in Mind, Dinah Flow o For the Very Young aparecen también en este trabajo audiovisual.

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Los operadores de cámara Isabela Roldán, Antonio Alba, Claro García Muñoz, Pablo Saldaña, Daniel Torres Villegas y Enrique L. Marijuan, veinteañeros en su mayoría, grabaron la sesión y ya se encuentran en la fase final del montaje, que dará paso a las labores de posproducción; Guillermo Ibáñez se ocupa del sonido e Idoia Ilundain Ruiz se encarga de la producción. Las periodistas Pilar Marijuan y Pilar Muñoz entrevistaron a 17 músicos y participan en el guion. El diseño es responsabilidad de Héctor López, mientras Ana Hortelano, Rosa M. Scarpa y ofician de productores ejecutivos.

Las cualidades musicales son la gran fortaleza de Malcolm Scarpa, pero además aúna un talento literario que se refleja en el único libro que publicó en vida: Qué Te Debo, José? La fuerza narrativa de esta ópera prima es una sorpresa añadida en este personaje. En sus páginas se contempla un ingenio desatado de ritmo frenético y levanta un torbellino de estímulos que linda con el vértigo. Al igual que en su discografía, el artista despliega una libertad salvaje en su busca de los abismos y remansos interiores, capaz de reinventarse constantemente para encontrar a la fuerza otro sendero y redefinirse.

Este libro, objeto de culto buscadísimo por sus admiradores, vuelve a reeditarse tras permanecer agotado durante años. El lanzamiento está previsto para este otoño a cargo de Sílex Ediciones. En el volumen se manifiestan las habilidades literarias del músico, al que sus amigos recuerdan tomando siempre notas en sus libretas o servilletas de bar… En esas páginas se disfruta de su desbordante creatividad y aparece lo que se puede considerar una “recopilación de vida”, en palabras de Rosa M. Scarpa.

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Desde una óptica particularísima, Malcolm recorre episodios de su devenir cotidiano: amores, músicas, pensamientos, ideas absurdas, geografías urbanas madrileñas, juegos de palabras o divagaciones sobre la muerte, cada vez más presente en estos cuadernos que completó hasta el fin de sus días. Era consciente de su quebradiza salud. Recuerda su hermana que meses antes de fallecer le había enseñado a utilizar el programa de textos para trasladar sus manuscritos a formato digital; sin embargo, “llegó un momento en que dijo: ´es que no me va a dar tiempo´, y abandonó la transcripción”. Pese a una elevadísima autoexigencia, Scarpa siempre se sintió orgulloso de su único libro publicado y “lo releía con bastante frecuencia”, recuerda Rosa. Recientemente han aparecido en los cajones del músico fallecido otros textos manuscritos, en cuyos trabajos de edición están enfrascadas la fotógrafa Ana Hortelano y Rosa M. Scarpa.

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Escribió el periodista Luis Lapuente el verano pasado, tras el fallecimiento de Scarpa, que “se nos queda en el paladar el regusto amargo de no haberle sabido encontrar mejor acomodo en el imaginario del pop español, donde un día no muy lejano será reivindicado como el genio distraído de sí mismo que echaba de menos la vieja tómbola de su padre o la tienda de discos de la calle José del Hierro donde compró sus primeros singles de los Kinks”. Esta pequeña avalancha de trabajos sobre el “genio distraído” aspira a que ese día del reconocimiento se implante con decisión y se quede para siempre.

“La música hace cosquillas a las nubes”

La elevada proporción de referencias musicales en el libro Qué te Debo, José? desvela los profundos conocimientos de Scarpa en la materia. Se aprende mucho al recorrer estas páginas, cuajadas de erudición callejera y descubrimiento de artistas que se quedaron en las sombras del olvido.

Puede leerse en la obra de próxima aparición: “La música hace cosquillas a las nubes”. Ese tono poético aparece de forma guadianesca y entreverado con sentencias de esta guisa: “Al caer un tintero se creó la mancha fúnebre”; “El blues es al fútbol lo que el rhythm and blues al fútbol sala”; “Leído en una revista de música de los años sesenta: Keith Richards, el último en entrar después de Bill Wyman”; “Debe de ser grotesco llamarse Mariano Presley”; “Ellington dio en el clavo: ´La música es la transformación de recuerdos en sonidos”; “En cierta época a Ornette Coleman le pagaban para que no tocara”; “John Hammond padre buscó entonces a Meade Lux Lewis y lo encontró lavando coches en un garaje de las afueras de Chicago”; “Pete La Rocca fue taxista y luego abogado, además de un excelente batería, uno de los preferidos de Rollins”; “Aplicar vitalmente la idea del be bop: todo lo que se sobreentiende se deja fuera”; “Shadow Wilson es otro gran batería, pero mi favorito es sin duda Art Taylor. Ed Blackwell es también buenísimo”; “Cuando la música está en Do, bailo en Fa, porque la música está en mí”; “Oír discos es el único placer que me queda, todo lo demás se ha venido abajo”; “Mientras espero escucho el hilo musical, easy listening, la música de ambiente será la nueva vanguardia. Pasa el tiempo y afuera continúa lloviendo, quizás con más intensidad, recojo el abrigo. De vuelta a casa me acomodo en una silla y dedico el resto de la noche a mirar una persiana veneciana”; “Tú fíjate qué hambre tendría ese gato que se tiró a la radio porque estaba sonando “La Raspa”; “Yo cuando estuve en París me hospedé en un hotel y me sorprendió que me trataran tan bien, luego me di cuenta de que me habían confundido con Charles Aznavour”; “Heartbreak Hotel se grabó exactamente el 10 de enero de 1956”, o “Atravesar el Atlántico montado en una flauta”.

También menudean algunos diálogos que pisan el territorio del surrealismo:

• Hay una parte de los iceberg que sale a la superficie, pero la parte más grande está debajo del agua.
• Sí, por eso los Beatles hicieron “Hielo Submarine”.

Otro:
• Dime dos personajes griegos históricos.
• No sé, Platón y Demis Roussos (la clave es decir “no sé”).
Y otro más:
• Tú te afeitas con maquinilla eléctrica?
• No, acústica.

También desgrana a lo largo de Qué te Debo, José? algunos saberes inútiles, pero significativos: “A finales de los años cincuenta había un programa en Radio Madrid que se llamaba ´Música entre dos cigarrillos´, era los miércoles a las tres de la tarde”; “No sé por qué Paul McCartney siempre me ha recordado mucho a El Santo”; “El bluegrass es originario de Kentucky, el nombre proviene de que, al atardecer, los campos toman un color azulado”; “Todos los albañiles y pintores de brocha gorda deberían tocar la armónica como Jordan Webb”; “En general, los oficios nocturnos tienen un gran atractivo por la necesidad de un alumbrado artificial; Big Bill Broonzy fue durante algún tiempo vigilante nocturno, lo mismo que John Steinbeck. Archivar personajes que en algún período de su vida ejercieran esta profesión”; “Por aquí pasó Blind Lemon Jefferson. Chick Webb, a pesar de ser un enano deforme, también era una figura agigantada. Cuando murió dijo: ´Lo siento chicos, creo que tengo que irme”; “J.B.Lenoir no consiguió vivir de una dedicación plena a la música y para lograr mantener a su familia trabajó en corrales de ganado, en plantas industriales de empaquetamiento de carnes e incluso en las alcantarillas de Chicago”, o “A Sonny Boy Williamson nº1 lo mataron a ostias con una barra de partir hielo”.

Sobre los gustos personales de los artistas también se explaya: “Lightin´Hopkins fumaba Lucky Strike sin filtro y puritos”; “Sabes a qué músico de blues le gustaba mucho comer setas? A Jack Dupree”; “La Aventura era una de las mejores canciones de Gilbert Becáud”; “A John Mayall le gustaban los quesitos en porciones, no sé por qué”; “Jean Ferrat fumaba Gitanes”; “Johnny Hallyday desayuna una naranjada o limón exprimido en agua y azúcar. Además le vuelven loco las costillas de ternera”; “A Calurde Françoise no le gusta el café con leche”; “Esta tarde he escuchado un disco R.C.A. Víctor de Jelly Roll Morton. Excelente, sobre todo un solo de piano titulado “Pep”, no lo conocía, es magnífico”; “Stuff Smith tocaba el violín con un mono a la espalda”; “Pensar que por aquí pasó Mesonero Romanos. En el libro de Mesonero Romanos sobre las calles de Madrid, al hablar de la plaza de las Descalzas, no cita para nada a discos “La Metralleta”; “El bailarín Massine tenía las pestañas y las cejas albinas, por lo menos en alguna época de su vida”; “Arnett Cobb iba vestido con una camisa de cuadros y un pantalón de tela muy subido”, y “Parece ser que Berlioz escribió la Sinfonía Fantástica bajo los efectos del opio”.

Otro de los platos fuertes que salpican todo el libro son los juegos de palabras, la especialidad de la casa: “Ese cantante no es sincero, canta en falsete”; “Había un disco de José Feliciano que traía escrito en la portada: ´Sombras, una voz, una guitarra… José Feliciano´. José Feliz Año”; “Goodman el bueno”; “Así me gusta, soul madrileño: Chotis Redding”; “Aquel ruso tocaba el laúd. Laúd y martillo”; “Componer una canción sobre una coliflor y titularla “Colifornia Dreaming”; “Revelación bíblica de marcado carácter rítmico: apocalypso”; “Ir montado en una silla de ruidos”; “Yo para grabar utilizo siempre cintas de lomo”; “Don Quijote y Satchmo”; “Suspiros de España, Suspicious Minds de España”, o “El cantante alemán Frank Furt interpreta ´Hot Dogs”.

Algunas preferencias y confesiones también sazonan este prontuario musical: “Siempre me gustó oír a Billie Hollyday cantar Detour Ahead”; “Gerry Mulligan es un excelente saxogonista”, así lo vi escrito en la contraportada de un disco de edición barata”; “Coleman Hawkins y Lester Young eran dos excelentes saxogonistas”; “Me alimento a base de limones con moho. ´Got my moho working”; “Mi tonadillera favorita es María la Cubana. Antonio Pablo Negri era un gran violinista y Julio Ahumada un virtuoso del bandoneón… también me gustan Cátulo Castillo y, como letrista, Pascual Contursi era espléndido, aunque sobre todos destaco a Enrique Santos Discépolo”; “Debe de ser absurdo entrar en una peluquería y decir: ´Buenas, quiero que me corte el pelo como Gene Krupa”, y “Lightin´ Hopkins canta lo mismo sobre la discriminación racial que sobre una huelga camionera”.

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