Crónica del concierto de Iron Maiden en el Estadio de la Nueva Condomina de Murcia el pasado 20 de julio de 2023 correspondiente a «Future Past Tour 2023».
Caronte, el barquero de Hades, había dispuesto para la ocasión un calor digno del mismísimo Averno, con temperaturas de 44ºC y una sensación térmica de algunos grados más. Era el ambiente perfecto para lo que se nos venía encima. Para ser justos, la fiesta del heavy metal empezó el día anterior en la sala Garaje Beat Club de la capital murciana. Se habían reunido para la ocasión las bandas británicas Airforce y British Lion (proyecto paralelo de Mr. Harris). La oportunidad de ver a pocos metros a Steve Harris y, de alguna manera, rememorar la época en que la Doncella de Hierro se abrían paso y forjaban el inicio de su leyenda tocando en pequeños clubs, congregó a cientos de fieles. Por si fuera poco, el mismísimo Steve Harris dedicó unos cuantos (bastantes) minutos a sacarse fotos y firmar material con todo el que tuvo la suerte de estar por allí, todo sea dicho, bajo un sol abrasador.
Dentro de la sala, el infierno se convirtió en el paraíso, pues la temperatura era la ideal para una noche de Heavy Metal. Abrió fuego la banda Airforce, formada en 1986, y compuesta por un elenco de grandes músicos, entre los que destaca el batería Doug Sampson (quien aporreó los parches de la Doncella en su debut discográfico “The Soundhouse Tapes” y en el tema “Burning Ambition” del single “Running Free”, justo antes de ser reemplazado por el tristemente fallecido Clive Burr). Completan la formación el bajista Tony Hatton, el guitarrista Chop Pitman y el gran (y no sólo de tamaño) Flavio Lino a las voces. Iniciaron con su tema “Fight”, y fueron desgranando poco a poco todo su arsenal de NWOBHM: temas del calibre de “Life Turns to Dust”, “Son of the Damned”, “Die for You”, “Heroes”, “The Ripper”, “Band of Brothers”, “Finest Hour” y “Sniper” fueron siendo descargados con fuerza, con un Flavio Lino inmenso, que se metió al público en el bolsillo con su potente voz (al más puro estilo Bruce Dickinson) y con su simpatía y capacidad de conectar con una audiencia, que en gran parte desconocía a la banda, pero que acabó coreando los estribillos y dándolo todo. Fue el aperitivo perfecto para el plato fuerte de la noche: British Lion.
Las huestes capitaneadas por Steve Harris y su martillo de Thor en forma de bajo eléctrico, acompañado por el inquieto y expresivo Richard Taylor encargándose de la voz principal, los hachas David Hawkins y Graeme Leslie, y el contundente Simon Dawson a la batería, salieron a escena. Cabe decir que el estilo de British Lion podría encajarse en el hard rock de corte setentero, pero en directo son una apisonadora. Desde la inicial “This is my God”, hasta el colofón con “Last Chance” y “Eyes of the Young”, los leones fueron desgranando zarpazo tras zarpazo con contundencia y precisión ante una audiencia absolutamente entregada y con ganas de aprovechar la oportunidad de tener a uno de los iconos de la NWOBHM a escasos metros de distancia. Entre otros, cabe destacar “City of Fallen Angels”, “Judas”, “The Burning”, “The Chosen Ones”, Bible Black, “Land of the Perfect People”, “Us Against the World” y “A World without Heaven”. Al final del concierto, las caras del público lo decían todo, y eso que la descarga metálica no había hecho más que empezar…
El siguiente acto de la liturgia metálica vendría de la mano de The Raven Age, la banda que cuenta en sus filas con George Harris y Tommy Gentry a las guitarras, Matt James a la voz solista, Matt Cox en el bajo y Jai Patel a la batería. Pero antes de que tomaran el escenario, los miles de almas que se dieron cita en el estadio Enrique Roca tuvimos que soportar casi tres horas de espera, experimentando calor, lluvias esporádicas, truenos y algún que otro rayo que fue celebrado por las hordas de metaleros entre vítores (no podía ser de otra manera). Afortunadamente, había abundancia de barras, y para aquellos que se encontraban en las primeras filas, la organización tenía previsto un suministro a discreción de agua fría, por lo que la espera resultó algo más agradable.
No debe ser fácil hacer de teloneros de una banda consagrada en el olimpo del heavy metal como Iron Maiden, y más aún, si en esa banda hay un componente que es el hijo de uno de los músicos del cabeza de cartel, como es el caso de George Harris, alguno podría estar pensando en que The Raven Age estaba allí por puro “nepotismo”, pero bastó que descargaran su tema de apertura (“Parasite”) para dar a entender que la banda estaba allí por méritos propios. Su sonido era compacto, fuerte y a la vez, inteligible, y su material rebosaba fuerza, combinada con técnica y melodía, con coros apoteósicos que mezclaban voces limpias con los guturales del bajista Matt Cox. Algún otro, podría pensar que la diferencia de estilos entre bandas: Old School Metal vs. Modern Metal, podría ser un problema, pero más bien fue lo contrario, si bien es cierto que la respuesta del público en determinados momentos parecía algo fría, puede ser que se debiera más a las circunstancias meteorológicas que a la calidad y desempeño de quienes estaban encima del escenario. Fueron cayendo uno tras otro (aparte de la ya citada “Parasite”), “Nostradamus”, Forgive & Forget”, Tears of Stone”, “Seventh Heaven”, “Angel in Disgrace”, “Grave of the Fireflies”, “Serpents Tongue” y “Fleur de Lis”, con la que acabaron su actuación. Cabe destacar que su vocalista Matt James tuvo el detalle de agradecer al público el haber estado esperando tanto tiempo y en tan adversas circunstancias.
Y llegó el momento esperado por todos: los primeros acordes de “Doctor Doctor” (el himno de U.F.O. que inicia los conciertos de La Doncella desde tiempos inmemoriales), luego se apagan las luces y suena la sintonía compuesta por Vangelis para Blade Runner. Hubiera sido todo un detalle por parte de la madre naturaleza que en ese momento se sumara un eclipse de sol a los acontecimientos atmosféricos, para poder disfrutar de ese momento en la más absoluta oscuridad, dado que el sol aún iluminaba, agonizante, el cielo de Murcia. Se acaba la sintonía de Blade Runner y suena el tictac de un reloj que da paso a los primeros acordes de “Caught Somewhere in Time”, sube Nicko a la batería… y se desata el Armagedón metálico: atrás quedó el calor, la sed o los efectos de estar varias horas de pie, ya nada importaba, Iron Maiden estaban sobre el escenario. Tras el tema inicial siguió “Stranger in A Strange Land”, coreada por un público ya entregado que se entusiasmó con la aparición de Eddie sobre el escenario, como recién salido de la portada del single homónimo, que acabó apoyado en la pasarela lateral como si fuera un cazarrecompensas apoyado en la barra de una cantina futurista. Tras los dos primeros temas, pertenecientes al «Somewhere in Time», y el anuncio de Bruce Dickinson de que jamás había habido un concierto en Murcia con tal afluencia de gente, continuaron con “The Writing on the Wall”, “Days of Future Past” y “The Time Machine” de su más reciente disco, «Senjutsu». Era el tiempo para “The Prisoner”, durante cuya intro, Adrián Smith se equivocó, indicando un seis con sus manos mientras sonaba la frase “the new number two”, anécdotas aparte, fue el único tema de su álbum de 1982 «The Number of the Beast».
“Death of the Celts” fue la siguiente canción, introducida por un discurso de Bruce Dickinson acerca de la diversidad de gente que asiste a los conciertos de Iron Maiden y que mientras un pueblo tenga una lengua, una cultura y a su gente, nadie puede arrebatarles eso; y que el pueblo Celta no murió porque su legado continúa en nuestra sangre. Alegatos aparte, la ambientación del tema, con imágenes de lluvia y niebla sobre el escenario ayudó a refrescar el ambiente. Tocaba el turno de una canción más corta y directa: “Can I Play with Madness” que desató la locura entre el público, como no podía ser de otra manera. Había que retomar el «Somewhere in Time» y qué mejor que hacerlo con “Heaven Can Wait” (con batalla incluida entre Bruce y Eddie, que se disparaban con un cañón y una pistola láser, respectivamente) y, por fin en directo, “Alexander the Great”, una canción compleja de ejecutar, pero que ha sido todo un regalo para los oídos de los fans, especialmente los más “veteranos”. “Fear of the Dark” (con un Bruce pronunciando “Murcia” a la perfección), y “Iron Maiden” fueron los himnos elegidos para cerrar el bloque principal, con dos Eddies sobre el escenario: el Eddie samurai grande emergiendo detrás de la batería de Nicko, y el “pequeño” amenazando a todos con su katana, especialmente a Janick, que consiguió hacer que Eddie perdiera su casco. Tiempo para los bises, que empezaron con “Hell on Earth”, cuyos efectos pirotécnicos hicieron que la gente de las primeras filas recordara la sensación de calor sufrida esos días… A continuación, el broche final con “The Trooper” y “Wasted Years”, donde el público se volvió literalmente loco, sabiendo que el concierto llegaba a su fin y había que culminar la catarsis colectiva. Al final, las luces se apagaron en pleno discurso final de agradecimiento por parte de Bruce, que se lo tomó con humor, haciendo alusión a «Fear of the Dark» y despidiéndose, iluminando su cara con una linterna desde abajo, lo que le daba un aspecto tenebroso.
No sabemos cuántos discos y giras nos quedan por disfrutar de Iron Maiden, pero la impresión que dan es que están en plena forma, y, sobre todo, de que aún siguen disfrutando sobre el escenario… Bruce, Steve y Janick son incombustibles, Adrian y Dave tenían cara de estar disfrutando como si lo que estuvieran haciendo no lo hubieran hecho nunca, aparte de que técnicamente están tocando a un nivel muy alto, y Nicko sigue contundente y gamberro. Por lo pronto, lo que vivimos en Murcia fue una lección de heavy metal por parte de los mejores maestros. Up The Irons!
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