Bette Smith, una supermujer de otro planeta

   El pasado 3 de agosto, un día con temperatura más fresca de lo habitual, una larga cola daba la vuelta a las puertas del Clamores. Algunos buscaban una entrada para el concierto de Bette Smith. Se habían confiado que al ser agosto no habría problema. La verdad es que estaba todo vendido gracias a la labor de promoción en redes de The MadNote Co. Mientras esto ocurría, vimos salir a una mujer vestida con un disfraz de Superman con zapatillas de deportes y una peluca rizada de tamaño descomunal. La gente del barrio que paseaba a esas horas se giraba con la boca abierta. 

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   Esta mujer que ha recorrido durante su infancia las calles de Brooklyn siguiendo la estela familiar del góspel y soul, ha crecido musicalmente. En 2017 publica su primer disco «Jettlager» con una fuerte conexión con sus raíces sureñas en Memphis y Mississippi, producido por Jimbo Mathus, miembro fundador de los Squirrel Nut Zippers. Luego le han seguido «The Good, The Bad and The Bette», álbum con 10 canciones publicado en 2020 en plena pandemia y en 2023 «Sing Your Name», sencillo publicado el pasado 25 de mayo.

«Digamos que tengo una experiencia impactante; Escribo desde eso. Escribo un poema o una letra. Y luego, lentamente, escribo y poco a poco tomo mi guitarra y trabajo los acordes de la letra. Luego, después de eso, voy a la práctica de la banda y trabajarán en la parte de la trompeta, la línea de bajo… Luego lo llevamos al estudio y realmente lo pulen. Ese es mi proceso.»

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   Sobre el escenario una banda soberbia formada por músicos afincados en Madrid junto al guitarrista Curtis J. Brewer, que hizo las veces de maestro de ceremonias, acompañaron a Betti, que saltó al escenario con una energía desbocada. Temas como Shackle & Chain, I Feel it Too, Everybody Needs love, o Tennessee Whiskey, uno de los momentos álgidos del concierto, dejaron a la protagonista sin pestañas, ni maquillaje, ni zapatillas, recorriendo sobre su piel ríos de sudor. Su voz quizá un poco cansada por ser el penúltimo concierto de su gira dejó a los músicos interpretar largos solos. Al final repartió los instrumentos de percusión entre el público y el micro giraba sólo. Tal fue la energía que inundó la sala. 

La banda soberbia estuvo formada por Javier Geras, bajo, Carlos Sosa, batería, Javier Arévalo, trompeta y Aroon Pozon, saxo, todos ellos magníficos músicos dieron brillo y momentos bellísimos al concierto. 

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