Este álbum ha sido muy importante en mi vida y va unido indefectiblemente a una anécdota: Corría el verano del 92. Mis amigos y yo habíamos decidido acudir ese ‘finde’ a un concierto de los Celtas Cortos, los denominados Waterboys españoles (esperad a que me recupere de las carcajadas).
Las entradas se vendían en una conocida tienda de discos de mi ciudad. En esas, mis ojos se posaron en un vinilo situado en la cubeta de serie media y del que había oído hablar maravillas. Mientras decidía si me lo llevaba o no, un amigo me reprochó esa acción (decía que no me quedaría pasta para las birras de esa noche).
Por supuesto, no le hice ni puto caso. El disco se vino a mi casa y supongo que me quedaría algo de dinero para unas cervezas; el concierto, por supuesto, fue penoso y la vida siguió su curso.
Hace tiempo que ese poco recomendable amigo no forma parte de mi vida pero, en cambio, la obra maestra de los Georgia Satellites, ‘In the land of salvation of sin’ (1989) todavía sigue a mi lado, como si de algún modo me susurrase que aquel día de agosto tomé la decisión correcta.
Una banda liderada por Dan Baird que tenía la personalidad y calidad necesaria para trascender comercialmente y que estuvo a punto de lograrlo, gozando de un momento de popularidad con su debut (‘Keep your hands to yourself’ pudo ser número uno en las listas si no hubiese sido por unos intratables en cuestión de popularidad Bon Jovi).
Tras ese álbum, lleno de grandes temas pero una pésima producción (ese horroroso sonido de batería), un segundo trabajo con buenos momentos pero que peca de irregularidad (‘Open all night’), la banda de Georgia decidió poner toda la carne en el asador y grabar esa clase de disco que debería ser recordado por generaciones.
Todo en él es perfecto: Una portada simplemente gloriosa, una labor a la producción perfecta a cargo de Joe Hardy en los míticos Ardent Studios, un puñado de temas que quitan en el sentido (los que conozcáis el disco de memoria como yo lo sabréis), invitados de postín como Ian McLagan o Nicolette Larson y continuas referencias/homenajes a músicos que hoy son leyenda (Ronnie Lane, Lowell George, Tom Petty, James Brown, Bob Seger, The Replacements, Lynyrd Skynyrd, etc) conformaron un monumento al mejor rock americano que, inexplicablemente, pasó desapercibido.
De hecho, juraría que no se rodó ningún videoclip de dicho disco. Por supuesto, Dan sigue más o menos al pie del cañón (sus dos primeros discos en solitario son fabulosos y los que grabó con los Yayhoos son también muy recomendables), pero cuando quiero sentirme como en casa, desempolvo mi viejo vinilo de los Satellites y me olvido del mundanal ruido durante un buen rato….