La reciente edición de “Joni Mitchell Archives – Vol. 3: The Asylum Years (1972–1975)” (una delicia repleta de material inédito) me obliga a revisar uno de los periodos más excitantes y fructíferos de la canadiense. Una etapa que solidifica y aumenta su papel como todoterreno musical: nadie como ella ha reunido en un solo ser lirica, composición, canto e instrumentación de manera tan excelsa. La continuación de un viaje físico y espiritual que hizo a Joni aún más empática, certera y cercana.
Después de parir el confesional y emocional “Blue” (1971), que podríamos clasificar con total tranquilidad y naturalidad entre los diez mejores de la historia del pop-rock, Mitchell hace un “reset” total y cambia la soleada california por una pequeña cabaña en la Columbia Británica de su país de origen.
Allí compone la mayoría de “For the Roses” (1972), un sutil y maravilloso disco de transición donde los problemas con la fama, las altas expectativas y la ruptura con James Taylor marcan un álbum de recomposición física y emocional.
Poco que decir a estas alturas de “Court and Spark” (1974), ya que se necesitan muchas líneas para glosar una obra que está solo a medio peldaño (milímetros) de “Blue”.
Algunas de las mejores letras de su carrera y una instrumentación hibrida (sin ningún estilo predominante) llegan a público y crítica por igual, marcando un camino vigente aún hoy en día. Sublime hasta el infinito y más allá.
El último LP del periodo es “The Hissing of Summer Lawns”(1975), el inicio sin retorno de un ciclo que estará marcado por el viraje hacía el jazz y la música más experimental, y que junto con el posterior “Hejira”(1976) será una de sus últimas grandes obras : todo lo que vendrá después será disfrutable pero incomparable con su producción anterior.
Aceptando que “Blue” y “Court and Spark” son la piedra Rosetta de Mitchell, relajémonos y disfrutemos de estos tres discos, confesiones y contradicciones de una artista en perpetua búsqueda. Looking for something, what can it be?