Richie Kotzen embruja Barcelona con su hipnótico estilo

Tras abrir para Extreme en Madrid y antes de formar parte de esta edición del Rock Imperium, Richie Kotzen ofrecía en Barcelona su única fecha como cabeza de cartel. Y dejó claro que es el virtuoso de las seis cuerdas más equilibrado que se puede ver sobre un escenario.

Y está claro que el público de Barcelona no se quiso perder la vuelta del guitarrista de Pensilvania. Con el cartel de “no hay localidades” asomando por la taquilla, Richie Kotzen volvió a demostrar su clase y dominio de las cuerdas, tanto de las de su guitarra como de las vocales. La maldita pandemia nos privó en su momento de la gira de presentación del triple disco “50 x 50”, pero cuatro años más tarde por fin se puso remedio. Bueno, es un decir, porque a fin de cuentas de las cincuenta canciones sólo sonó una. Pero no nos adelantemos, porque antes tuvimos a Susan Santos mostrando sus habilidades sobre el escenario.

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La blueswoman tuvo media hora para mostrar que “Sonora”, su último trabajo está lleno de buenas canciones. En formato trío, la guitarrista pacense mostró su nuevo arsenal con temas como “Snakebite”, “What I Want” o “Let It Ride”. Pero tuvo tiempo para recordar alguna cosa de su discografía pasada gracias a  “Fever” y la final “Skin and Bones”. Con solo seis canciones supo meterse al público en el bolsillo y dejó con las ganas a más de uno. Además de buena técnica, la actitud que muestra en el escenario ya justifica el precio de la entrada. Si este verano veis alguna fecha que no os pille muy retirado, vale la pena acercarse y disfrutar de una buena velada de blues.

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Llegaba el turno de nuestro protagonista. Richie Kotzen nunca se ha caracterizado por ser muy expresivo y comunicativo sobre el escenario. Siempre ha dado la sensación de ser más bien huraño y estar en su mundo, por eso verlo salir riendo y bromeando con sus compañeros supuso, al menos para mí, una primera alegría. A ver, sinceramente, lo que uno espera de alguien como Kotzen es que haga hablar a su instrumento y ahorrarnos discursos banales. Y de lo primero tuvimos toda una clase maestra durante cerca de una hora y media. Arrancó el concierto con un “Losing My Mind” en el que apenas pude apreciar su voz. Por suerte en “War Paint” ese problema quedó solventado y pudimos disfrutar de su tono que tanto recuerda al de Chris Cornell

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Para esta gira sigue contando con Dylan Wilson al bajo, pero cuenta con Kyle Hughes en las baquetas. El resultado sigue siendo un power trio contundente y rocoso dispuesto a aplastar a la audiencia mientras acompañan los rápidos fraseos de Kotzen. “Fooled Again” precedió al saludo del guitarrista al público y recordarnos que este concierto debería de haber pasado hace cuatro años. Y siguió con “Dogs” el único tema que sonó de ese “50×50” que debía presentar en 2020. Aunque hay temas interesantes en él, le pasa como a otros discos tan extensos, hay bastante relleno. Así que, la decisión de repasar el resto de la discografía en el repertorio me pareció mucho más acertada. Lástima que no nos dejara ninguna píldora de su trabajo con Adrian Smith.

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Resultó ser “24 Hours” el disco que más representación tuvo del que sonaron “Bad Reputation”, una soberbia “Love Is Blind” y “Help Me”. Se hacía difícil despegar la mirada de las manos de Kotzen correteando por el mástil de su Telecaster, pero el trabajo que hace Dylan Wilson al bajo es brutal. Seguir los fraseos del guitarrista con las cuatro cuerdas no pinta que sea una tarea nada fácil. Pero es brutal la sencillez con la que ejecuta sus líneas. “Doin’ What The Devil Says To Do” sirvió como base para una jam en la que los tres intercambiaron sus golpes. Con el público rendido a la excelencia que destila el ex-Mr. Big llegamos a “Remember” de la que espero que en algún momento vuelva a retomar las largas versiones con solos que deseabas que no acabaran nunca. 

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La teoría indicaba que ese era el momento del descanso antes de los bises, pero Richie Kotzen nos sorprendió añadiendo un trallazo final como es “Go Faster”. Eso sí, vino en detrimento a dejar en el cajón “You Can’t Save Me”. ¡Un caramelo como ese no se puede quitar cuando ya lo tienes casi en la boca! Fueron unos bises extraños. Empezaron muy bien con su versión de “Shape Of Things” de The Yardbirds con otro momento jam por medio. Pero decidió que el tema de cierre fuera su creación más reciente, “Cheap Shots”. Muy del estilo del guitarrista pero quizás habría sido mejor que estuviera en el bloque central. Sus motivos tendrá y no seré yo quien se los discuta. En definitiva, una nueva lección de clase y saber hacer de un virtuoso como es Richie Kotzen.

 

Fotos: David Holgado

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