Metallica regresaba a nuestro país presentando su último trabajo “72 Seasons”. El estadio Cívitas Metropolitano de Madrid acogió el 12 de Julio, el 14 repetirá con un listado de canciones totalmente distinto, a la banda americana culminando su gira europea “M72 World Tour”. “No Repeat Weekend” quedará en el historial de los grandes eventos de rock que han pasado por este país. Los barrios de San Blas y Canillejas eran ríos de camisetas de la formación angelina asentada en San Francisco, la diferencia de las de “Marihuana Bronca Total” a las de “Zara” o “H&M” era abismal… y eso dice bastante de quien las llevaba. Aunque el recinto no registró un lleno pleno, la legión de seguidor@s venidos de lugares dispares fue descomunal. Un faraónico despliegue escénico con opiniones para todos los gustos.
Ocho torres con pantallas que dependiendo de la posición quitaban visibilidad, un escenario en forma de anillo que permite la movilidad a los músicos (cuatro baterías) pero no la plena perspectiva para el público y desde el graderío pues os lo podéis imaginar… cuatro «muñequitos» que intuyes que son los protagonistas gracias a las pantallas. Es lo que tienen los conciertos en recintos de tal envergadura. El clamor popular se desataba por momentos tanto en el graderío como en la pista, un auténtico hervidero de impaciencia delataba sumisión y fidelidad ante la banda americana. “It´s A Long Way To The Top” de AC/DC daba paso a la habitual “intro” The Ecstasy Of Gold anunciando la entrada de los cuatro jinetes negros, Madrid rendido a sus pies. Un inicio que desprendió fiereza adolescente de hace ya unas décadas con “Creeping Death” y “Harvester Of Sorrow”.
Poco duró la mecha primitiva, que podemos delimitar hasta el álbum negro de principios de los noventa, para centrarse en los Metallica más actuales. “Cyanide” y “King Nothing” son el reflejo de la evolución de una banda con sus incuestionables altibajos. El colorido amarillo y negro en las pantallas delataba la presentación de sus últimas composiciones. “72 Seasons” y “If Darkness Had A Son” son un ejemplo del regreso a la velocidad que los caracterizó en sus inicios, una sabia vista hacia atrás acentuada por la imperante experiencia de los años. Los americanos en plenitud de facultades y encontrándose en un estado pletórico dieron muestra de por qué siguen estando en las posiciones más elevadas del metal. James Hetfield, Kirk Hammett, Lars Ulrich y Robert Trujillo suenan contundentes, mantienen la esencia que les ha caracterizado a lo largo de su trayectoria. Infalibles y vertiginosos solos de guitarra, un corremástil que desafía a la velocidad respaldado por una implacable coordinación rítmica y el juego melódico que marca la personalidad de cada tema se enfrentaban a una acústica aceptable.
En primicia presentaron “Sangria Brain”, interpretada por Trujillo y Hammett exclusivamente para el público presente, no despertó excesiva (ninguna) euforia, la gente prefiere escuchar los temas que tenían machacados en los cassettes de sus años mozos. “The Day That Never Comes” y “Shadows Follow” ponían punto y final a la etapa contemporánea y daban gusto a la muchedumbre más pureta. El instrumental “Orion” fue el preámbulo a la intimidad de Hetfield con “Nothing Else Matters”. El principio del fin quedó inaugurado, una segunda parte donde la inmortalidad de su legado primario quedó reflejado en temas como “Sad Bad True”, “Battery”. “Fuel” desprendió llamaradas realizando un acto reflejo de dinamismo y efectividad. “Seek & Destroy” y “Master Of Puppets” pusieron el estadio patas arriba, la manifestación instintiva de un público que reniega al paso de los años. Dos horas triunfantes de entrega y compromiso haciendo un repaso a casi toda su obra con la particularidad de que el tiempo que dedicaron a repartir obsequios bien lo podrían haber dedicado en forma de música.