La (aplastante) superioridad del vinilo respecto a otros formatos de consumo musical se sostiene principalmente en dos grandes pilares: su característico sonido analógico (más cálido y genuino que los “perfectos” formatos digitales) y el “artwork”. Y es que no existe experiencia inmersiva comparable a sacar la “galleta” de la carpeta y ponerla a rodar en el plato mientras lees las letras de las canciones, consultas el personal implicado y disfrutas de la portada, fotos, posters y similares que elevan el conjunto hasta el infinito. Este es el caso de “Raunch ‘n’ Roll Live”.
Después hablaremos de su fantástico contenido musical, pero centrémonos ahora en un vinilo que cuando lo abres te sorprende con una escritura que te otorga la propiedad de una pulgada cuadrada (unos seis centímetros cuadrados) del cielo en la tierra, o lo que es lo mismo, una pulgada situada en las montañas Ozark de Arkansas: una deliciosa chaladura que muta rápidamente en perfecta obra de arte.
Y es que el “artwork” de los vinilos tuvo su cenit en los años 70’s, cuando artesanos como Roger Dean, Henry Diltz o Hipgnosis perpetraron portadas de leyenda, a veces sazonadas con elementos externos como las bragas en el “School’s Out” de Alice Cooper o las gafas de “Shinin’ On” y la moneda de “E Pluribus Funk” de Grand Funk Railroad, que nos sacaron de nuestra zona de confort dando vía libre para visitar otros planetas.
Musicalmente “Raunch ‘n’ Roll Live” es una gozada: grabado en directo a principios de diciembre de 1972 en Portland y Seattle, y producido por el legendario Tom Dowd, la banda se presenta en uno de sus mejores momentos, con una de sus formaciones más sólidas y reconocibles. El majareta de Jim Dandy (uno de los “frontman” definitivos del Southern Rock) comanda un conjunto de forajidos que mezclan guitarras dobladas, gospel, country y hard sin pudor ni vergüenza.
Artwork, o como otorgar tanta importancia al continente como al contenido. ¡¡¡Lord Have Mercy on My Soul…!!!