Crónica del sábado Visor Fest: Immaculate Fools, Gigolo Aunts, dEUS, y Kula Shaker

Con el sol poniente filtrándose por las rendijas del telón, al sur el coliseo futbolístico, al norte un imponente edificio de vecinos aislado en la nada del campo de Murcia, y al este es de suponer que el Mediterráneo, salieron a escena IMMACULATE FOOLS. Kevin Weatherill es un caso de obstinada y amable resistencia a ser sol que se pone. Han pasado cuarenta años desde que los hermanos Weatherill y los hermanos Ross declararon que eran locos inmaculados, selectos y encantados, y ahí sigue ese señor bajito y sin pelo que en nada recuerda al que fue. Su música, sin embargo, nos sigue atrayendo como un imán, para convocarnos y que acudamos con una sonrisa basta el solo nombre de la banda que se ha mimetizado con él. En aquellos días de 1985 en Alicante todos teníamos una copia del disco en casa. El sábado al atardecer nos llegó un soplo de nostalgia y de pop bien facturado, canciones de las últimas hornadas acompañando a las de siempre. “Got Me by the Heart” apeló al sentimiento cuando la noche ya caía sobre la escena, y a partir de ese momento ya solo quedaba cantar con ellos, corear las canciones con que se despidieron, nunca para siempre. Nosotros, una vez más, éramos también locos inmaculados.

GIGOLO AUNTS son esos amigos entrañables que vienen de Boston a pasar unos días en la tierra del sol, se van y no los vuelves a ver en mucho tiempo, simpáticos muchachos que resulta que ya no son tan jóvenes, porque tienen tu edad y tú tampoco eres joven. Sus canciones son lo que te engaña, melodías perfectas que un día lejano grabaste en una cinta de casete que todavía anda por algún cajón en tu casa, que ha sobrevivido a mudanzas y amores y separaciones, que se alojan en tu corazón y son parte codificada del mensaje que podría explicar quién fuiste a los antropólogos que excavaran las ruinas de tu hogar. En tu Pompeya sonaría sin duda “Where I Find My Heaven”. Gigolo Aunts se despiden de los escenarios tras una vida de música, y Murcia es la última parada en suelo español, la última ocasión para escucharlos deconstruyendo “La chica de ayer”, que en sus manos deja de ser el himno de guateques que fue en su origen y crece con el poder de las guitarras, se hace adulta, abandona definitivamente su consistencia de caramelo de fresa y se convierte en el anti-himno de esta noche estrellada.

La noche se hace paréntesis con dEUS, palabra escrita contra toda regla ortográfica con la que se identifican unos seres venidos de la planicie belga que dicen hacer música experimental. Por los altavoces del Visor Fest suena una secuencia de propuestas que se parece a mover el dedo por el dial de la radio. Rock escrito del revés, funky étnico de alguna barriada europea, ruido rapeado con un horizonte difuso, o incluso la canción de cuna que hace soñar a las ovejas con paraísos de pasto, coctel ni mezclado ni agitado, experimento con gaseosa arty y esas coles pequeñitas que vienen del país de los belgas.

Los reyes de la noche son KULA SHAKER. Crispian Mills domina la escena, descarga en su guitarra la energía que parece imposible de encontrar a esas horas en que la temperatura baja y Júpiter se eleva hacia su cénit. Mills ejerce de catalizador en el vértice de los sucesos, Alonza Bevan encuentra en su bajo Rickenbaker los secretos del alma funk, Jay Darlington estremece en las pausas con texturas de luz, Paul Winterhart es la roca que destella y establece la cadencia en la que la música se hace grande.

No importa que llegaras a las siete de la tarde y sea la una de la madrugada, que haga frío y los pies ya no te sigan, estás ante los enviados de los dioses, los portadores de la antorcha de este cuarto año del Visor Fest, y un poderoso sonido que llega del infinito te agarra por los tobillos y te lanza hacia adelante, gotas de psicodelia brillan y se apagan, efluvios orientales te capturan. Govinda. Éxtasis. Kulasekhara.

Videos: Juan J. Vicedo y foto portada: Luis Pérez Contreras.

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