Como «adicto» a los documentales de música mi acercamiento a «Yacht Rock: A Dockumentary» (2024) de HBO se resumía en una especie de severa excitación y mucho, mucho miedo. Por un lado el trailer prometía testimonios en primera persona de los actores principales de uno de mis géneros musicales favoritos. Por otra parte temía que se tomara este estilo como una broma, como un chiste pasado de moda, como un cementerio de elefantes donde reírse con bandas tributo. ¿el veredicto? Un fabuloso, respetuoso y excelentemente documentado viaje que sirve para por fin hacer justicia.
Y es que tener la mejor materia prima no asegura el resultado: rápidamente me vienen a la memoria ejemplos de total desaprovechamiento como los rockumentarys de bandas como ZZTop o Lynyrd Skynyrd, donde el protagonismo que se otorga a gente que no estuvo «en la acción» y que no aporta nada diluye totalmente el resultado final.
En este caso es todo lo contrario: las nuevas voces explican, sitúan y diseccionan perfectamente el género, valorándolo y justificando los motivos de su auge y posterior caída.
Aunque yo siempre he preferido denominarlo Soft Rock, el término Yacht Rock (acuñado a mediados de los 2000’s por una humilde serie de humor en Youtube) no me desagrada, ya que en el documental se explica de manera super entendedora como nació y se desarrolló todo el movimiento.
Otro de sus grandes aciertos es establecer a los incalificables Steely Dan no como parte de él, sino como auténtica génesis de su formación, un Big Bang de donde todos los músicos bebieron.
Una escena real, repleta de camaradería y genuinas colaboraciones, a la manera de la psicodélica de Frisco a finales de los 60’s o la del Southern Rock en Macon durante casi todos los 70’s.
Un documental brutalmente recomendable, que habla de unos músicos en permanente estado de gracia que supieron llegar al gran público con una excelsa instrumentación trufada de alma y sentimientos. Escucha esta música sin prejuicios y transpórtate inmediatamente a tu cálida zona de confort…
