Que necesario es que a veces los músicos se puedan desprender de todo el envoltorio instrumental. Tanto para el público como para el mismo protagonista el poder desnudar las canciones y mostrarlas íntimas y crudas es una auténtica gozada.
Y que un genio Pop como Ferran Palau se presente delante de 66 personas armado solamente con su guitarra acústica y cejilla era una oportunidad que no podíamos dejar escapar. Estamos de acuerdo que es un reto mayúsculo, casi hercúleo: cualquier fallo se nota más, no tienes el respaldo de una sección rítmica, y la voz tiene que ser tu instrumento más valioso. Decir que Palau pasó el examen con nota es quedarse muy corto.
Porque clásicos de su repertorio como «Kevin», «Univers» o «Cel clar» se saborearon mejor con calma y a contraluz, porque maravillas como «Joia» o «Casa’t amb mi» adquiriera nuevos matices en acústico, y porque rescates como «El meu lament» volvieron a cobrar vida. Hasta la versión en clave Folk de la navideña «Fum, fum, fum» sonó más que relevante.
Una fría noche invernal tornó en cálida y confortable gracias al cambio de chip de Ferran : entendió a la perfección que un recital en acústico no es simplemente desenchufar la guitarra del amplificador y dar descanso a la banda, sino que a veces es la mejor manera de transmitir tu mensaje, de darle más importancia a unas letras de esas que te llegan y de contactar con un público ávido de calor humano…
Fotos Noemí Pujolar.
