Nos despertamos ayer sábado 21 de diciembre con la noticia de la retirada de Southside Johnny de los escenarios, anuncio publicado en la propia web oficial del cantante de 76 años. Después de más de 50 años de carrera profesional, uno de nuestros cantantes favoritos se ve obligado a abandonar su hábitat natural, el escenario, debido a una enfermedad que aún no se ha revelado.
John Lyon, el león de New Jersey, parece haberse ido de la música como llegó, sin hacer ruido. Natural de Ocean Grove NJ, creció en un ambiente bañado por la música, insuflada por su madre, una ferviente seguidora de las emisoras de radio musicales de la época y del ascenso imparable del rock and roll, y un padre que como músico había tocado en varias bandas. Cuenta el propio artista que incluso su madre se puso de parto viendo un concierto en un club, la historia parecía escrita.
Los amigos de juventud de Johnny siempre le consideraron una enciclopedia musical andante, y en palabras del propio Little Steven, ‘Southside se sabía todas las letras de las canciones, las famosas, las menos populares, todas, y las cantaba con un alma que ninguno teníamos’. A pesar de su pasión por el rock and roll y de la invasión británica de mediados de los 60, lo que verdaderamente atrajo el interés musical de Johnny fue el blues, convirtiéndose en un armonicista experto, talento que demostró en todas sus actuaciones. Ese amor por el blues le hizo acreedor del mote de Southside, en honor al blues de la zona Southside de Chicago.
El joven Southside pertenece al grupo de locos soñadores que entre finales de los 60 y principios de los 70 que no cejó en su empeño de cumplir el sueño de ser músicos y vivir de ello, convivían en el mismo inmueble, pasaban los días mal comiendo y bien viviendo, aferrados a un sueño, a orillas del océano atlántico, en busca del sonido del millón de dólares. Era una especie de comuna vampírica que dormía de día, y a la cual no se le conocía oficio que no fuera pasar las noches en los bares de Asbury Park, muchas veces tocando gratis.
Entre esos chicos uno lo consiguió, Bruce Springsteen. De repente, todo era posible, de New Jersey también había salida para los vagabundos con talento. Y en 1976, apoyado por Little Steven, Southside Johnny entra de manera casi clandestina en un estudio para, en mitad de la noche, y con su banda en directo, graba I don’t wanna go home, himno escrito por Van Zandt, que Southside convierte en eterno. De ahí, hasta 1978 en que graba el maravilloso disco Hearts of Stone, Southside Johnny & The Asbury Jukes, se convierten en el acto principal de la escena musical de la costa este estadounidense con permiso del Boss.
Southside y sus Jukes son un soplo de aire fresco al sonido del rock y el auge de la música disco del momento, son rock and roll, son soul, son el cóctel perfecto, y sus actuaciones incendiarias, cargadas de sentimiento inyectado a los asistentes por un Southside que es un animal incansable, un león sudoroso, noche tras noche, y así hasta hoy. Han pasado 50 años.
Justo cuando empezaba su despegue hacia el estrellato, su compañía discográfica dejó de creer en él y en su sonido, y le hizo apostar por otro en el que no creía. Desapareció del mapa musical durante casi una década hasta que sus amigos, los del bloque, los que pasaban hambre de juventud con él, acudieron al rescate. Springsteen, Little Steven como artificies y productores, y con colaboraciones como las de Bon Jovi, admirador irredento de Southside, sacan la obra maestra Better Days (1992). Vuelven Southside y los Jukes, es una nueva era.
Desde entonces el músico ha dejado discos más que decentes pero sobre todo nos ha brindado noches para el recuerdo, para la nostalgia, noches apasionadas de entrega, de amor incondicional y música irrepetible.
Southside Johnny ha sido un músico que ha vivido una montaña rusa de carrera musical, ha peleado la batalla por el éxito, lo ha conseguido, ha bajado a los infiernos tras sufrir la mezquindad de la industria musical, ha resucitado, ha luchado contra el alcoholismo y según él mismo ha afirmado, ‘he sobrevivido a siete matrimonios’. Pero por encima de todo, nos ha dejado joyas que siempre nos harán felices. Con Southside se va una parte clave del Jersey Sound, quizás la más genuina, pero sobre todo se va una voz que se nos clavó en el alma, justo en ese lugar donde hay cosas que no sanan.
Para terminar, hoy hemos escuchado su disco más famoso, Hearts of Stone (1978), y la canción que pone el cierre, Light don’t shine, parece un espejo emocional con el adiós a las tablas del artista. ‘Es demasiado pronto para volver a casa, no es momento para estar solo, algo dentro murió hoy, nuestra última oportunidad simplemente se escapó, la tristeza de esta mañana vino para quedarse, no queda nada que decir, ya se acabó amigo mío, el sueño del niño ha sido barrido, que tontos debimos haber sido, para bien o para mal hemos perdido para siempre lo que éramos antes, se acabó, la luz ya no brilla’. Suerte Johnny, y gracias.