«A Complete Unknown», el espacio sagrado que Bob Dylan creó

JUDAS SUPERSTAR: DYLAN GOES ELECTRIC!

El nuevo biopic dirigido por James Marigold («I walk the line»), adapta el libro Dylan goes electric!: Newport, Seeger, Dylan, and the Night that split the sixties, escrito por Elijah Ward . Y narra el periplo que va desde el impulso que lleva al músico  de Minessota a visitar a un Woody Guthrie agonizante en el hospital estatal de Brooklyn, hasta las catacumbas sagradas del barrio bohemio de Greenwich Village; convirtiéndose allí en el nuevo profeta de la música folk autor de himnos imperecederos del género y de los movimientos por los derechos civiles  tales como: «Blowing in the wind ,»The times they are a- changin'» y la menos conocida tonada de muerte «Ballad of Hollis Brown» (sublime poesía que mezcla crítica social y gótico norteamericano en una anticipación afortunada de los mejores logros del realismo sucio) entre otros. Un profeta con ideas y talento propio a quien muchos no tardaron en catalogar como el mesías de los tiempos que estaban cambiando; un Jesucristo que fue bendecido por los puristas del núcleo duro del folk tradicional encabezado por Pete Seeger, quien además se convierte en una suerte de padrino que le aúpa dentro del cartel del festival de folk anual de Newport, ya que pertenece al consejo de dirección.

Pero este mesías  se resiste al encasillamiento y al control de pensamientos obsoletos: escucha a los Kinks y está muy atento a los hallazgos que está trayendo a su país «la British Invation. Y su respuesta a la misma será » Bringing back at home», un disco en cuya portada aparece una modelo y actriz que se convertirá en su esposa .Pero… ¿ por qué no figura en el film esa mujer conocida como  Sara Dylan? Si esta brilla por su ausencia, el núcleo del film se sustenta en otras dos mujeres que fueron claves en la vida profesional y sentimental del artista: una es Silvie Russo, en el trasunto de la real Suzi Rotolo que aparece en la portada de «Freewhelin»; la otra es Joan Baez, la gran emperatriz de la música folk que epataba con sus discos y directos, y que incluso logró ser portada de la revista Time antes  de la irrupción de Dylan.

En los intersticios de las relaciones con estas personas, asoma la revolución encabezada por un Dylan visionario que, yendo más lejos de la interpretación eléctrica que de uno de sus temas acústicos más emblemáticos, «Mister Tambourine man», hicieron los Byrds, encabeza una revolución que por medio  del uso inusual de la Fender Stratocaster, sentará un paradigma excepcional.  Una revuelta cultural que, en el festival de Newport de 1965, incendió la antorcha de los años sesenta y del futuro. Por más que está propuesta de enorme valor tuviese un sector adverso minoritario pero elocuente entre los  fundamentalistas, aquellos que enarbolando la falacia le espetaban extemporáneamente  aquello de…. !Judas!.

Hay que señalar que se trata de un biopic autorizado por el propio Bob Dylan, y que el mismo artista ha supervisado los diálogos de su personaje que recita Timothy Chalamet: el actor que le interpreta tras una larga preparación de más de 5 años. Este hecho   es considerado por muchos como un aliciente añadido que supuestamente aporta verosimilitud al guion. Pero conociendo la tendencia de Dylan a fantasear sobre su pasado ( y en retrospectiva, aunque resulte paradójico, sobre su futuro) ocultando datos y hechos, o, en la mayoría de los casos, ofreciendo versiones mejoradas  que, eso sí, siempre resultan más brillantes, poéticas  y atrayentes … ¿ Podemos estar seguros  de que estos son fidedignos? En cualquier caso, esta suposición no se desmiente en el film, antes bien, hay una escena en su metraje que incide en ello: esta ocurre cuando Elle Faning– Rotolo- Russo descubre por azar que en realidad Dylan se apellida Zimmerman, para posteriormente cuestionarle sobre una vida anterior de la cual ella nada conoce y que, sugerentemente, ha inspirado algunas de las canciones que le ha dedicado a otras mujeres; un relato  que él ha eludido. O en el mejor de los casos- de nuevo-, convertido en otra de sus subyugantes ficciones.

Existe la posibilidad de absorber la versión arqueológica y documental que ofrece «The other side of the mirror: Bob Dylan at the Newport folk festival 1963-1965, obra de Murray Lerner estrenada en 2007, provista de un footage original que describe con precisión los hechos ( no todos)  que en la propuesta de Marigold están alterados o modificados. O dejarse  llevar por la visión superficial pero disfrutable que ofrece el film.

 En la película está presente el músico desaliñado que haciendo autoestop arriba a un New York de anuncios de neón con alambres combados. El meritorio que ha escrito en su lista de deseos el concierto que está dando al pie de la cama de un Woody Guthrie moribundo. El poeta de letreros mentales brillantes que perfecciona su pose sarcástica. El encantador de serpientes que fascina con sus melodías y los juegos malabares de sus palabras. El recitador de letras de canciones con voz de flores de tabaco y acento de barro negro. El domador que extrae pensamientos de su  guitarra para impresionar al mismísimo manager Albert Grossman; el mismo que representa a las grandes estrellas que acabarán por hacer versiones de sus canciones: Odetta, Joan Baez o  Peter, Paul and Mary con su versión pionera de «Blowin’ in the wind». El Dylan de las gafas Wayfarer con cristales de gato. El Dylan poseso por  la parasomnia que se levanta a media noche para componer obras maestras ( en el film se  incluye una escena en la cual también aparece Baez que incide en ello, inspirada por una anécdota real que ocurrió en la casa de Dylan en Woostock, pero en un tiempo posterior al evocado en la misma), en medio de relaciones sexual es con la madrugada.  El Dylan de la motocicleta Triumph  que se mueve como un disparo de bala en el cuello de las convenciones. El Dylan que se viste a la moda como un nuevo Rimbaud con camisa de topos. El Dylan que enamora mujeres vistiéndose con los múltiples ‘ dramatis personae’ que viven en su armario.  El Dylan de los prodigios zigzageantes que aturden y abruman. El genio  que sobrevive a su voz descoyuntada. El poeta. El Musico.  El imprescindible.

Y en todos ellos, un Timothée Chalamet soberbio en su esmerada interpretación.

La mayoría de los escenarios míticos que Dylan transitó durante el periodo temporal que abarca el film (1961-1965) están recreados con méritos aplicables a su proverbial dirección artística:

En primer lugar, el interior del hospital en el cual Woody Guthrie expiraba víctima de la enfermedad de Huntinton. El village que guiña un ojo al café Wha- Wha . La Riverside Church en la cual se conocieron Dylan y Rotolo, tras escuchar ella ( elle) las canciones que él interpretó durante su actuación allí en junio de 1961. El mismo apartamento de Sue (nombre con el cual Bob se dirigía a Suzi) . La Jones Street lugar donde fue tomada la fotografía que aparece en la portada de «Freewhelin».

Y así, en general, todas las secuencias protagonizadas por el tándem me parecen excelentes; sin embargo, todo el tramo- en su mayoría callejero- en el cual Russo- Rotolo detalla el ‘planing’ activista que desarrolla durante cada semana, explicando cuales sería los ratos libres en los cuales podría transcurrir su incipiente relación me parece además extraordinario: una chica hija de un miembro del partido comunista – muerto cuando ella contaba 14 años- que lee a Rimbaud ( una influencia que se detecta en la redacción de Tarántula y en muchas de las canciones que compuso en 1966) y se lo recomienda a Bob, mientras se enamora con ahínco de él en medio de una relación tripartita y subrepticia con Joan Baez, y de otras muchas – que no aparecen en el film- de las cuales ambas tardan en enterarse.

La recreación se amplia a lugares legendarios como el Chelsea Hotel (trastocando personajes, situaciones y anécdotas); desechando momentos y personajes relacionados con la Factoría de Warhol .

Y esta no es la única ausencia relevante:

La precisión encomiable en cuanto a reconstrucción de hechos y lugares significativos para el músico durante el periodo que abarca el film, resulta empañada (al menos en mi criterio) por la exclusión de otros momentos históricos definitivos entre los cuales destaca la marcha sobre Washington promovida por Marthin Luther King en la cual, en 1963, participaron Dylan y Baez. Una exclusión que entronca directamente con las sempiternas críticas y llamadas al compromiso que referidas al activismo social, prefirió a Dylan, durante décadas, Joan Baez.

Compañeros de viaje, amigos y no tanto ,parejas y amantes (reales y platónicas) , músicos coetáneos y personajes de la (contra) cultura y de la industria musical desfilan por la cinta. O, de manera inexplicable son omitidos.

En el primer apartado encontramos a un inevitable Pete Seeger abordado magistralmente por Edward Norton. A un Johnny Cash que rápidamente se convierte en su amigo ( en un primer momento, epistolar y luego físico) interpretado con solvencia por Boyd Hollbrock. También destaca la interpretación de Dan Floger en el rol de Alber Grossman.

Entre las ausencias (estas reducen sensiblemente mi valoración del film) encontramos la de Dave van Ronk: legendario personaje que se convertirá en uno de los mecenas de Dylan. Debo aclarar que no está claro que no intervenga, ya que al principio del fin , aparece brevemente un personaje que se le parece físicamente, aunque esre no tendrá mayor repercusión en el resto del film.

Pero sobre todo, existe una ausencia que me parece imperdonable, e incluso injusta, aquella cuya historia se esconde tras el título del film…

UN (A) COMPLETO DESCONOCIDO( A) ¿ ES ÉL ELLA?

El título del film está tomado de «Like a rolling stone«, que es el tema de apertura del abrumador «Highway 61 revisited«. Y En muchas reseñas y críticas sobre la película de Marigold, he podido leer como sus autores dan por hecho que habla sobre el propio Dylan considerado que él es su protagonista. Pero si nos adentramos en su letra podemos encontrar párrafos que, rotundamente, desmienten esa creencia errónea, por ejemplo este: «People call , beware doll, you’ re bound to fall . Y más explícitamente en este: » Ahh Princess on a steeple and all this pretty people; vemos como la muñeca es también una princesa -o lo fue- , que además está acompañada por gente guapa -o lo estuvo- , por lo tanto, podemos estar seguros de que Dylan no habla de Dylan en esta canción. Habla de una mujer, y está parece ser decisiva en su vida … ¿Quién es ( fue)? ¿Quiénes son esos apolíneos seres que la acompañan ( acompañaron)?.

Los rumores, la hipótesis más difundida y con mayores visos de ser fidedigna, citan a Eddie Sedgwich inmersa en una caída libre provocada por su adicción a la heroína ; esta «Superstar» de la Factoría de Warhol fue objeto del deseo de un Dylan que tuvo que vivir la experiencia de que esta fuese la pareja de su colaborador, el también cantautor Bob Neuwirth (intepretado en el film por Will Harris) . El tono hiriente con el cual Dylan arremete contra la auténtica protagonista, tiene explicación con los desaires que esta le hizo. La descripción de una caída y el posterior comportamiento errático corresponden al deterioro físico y mental de una mujer de la alta sociedad que cayó en el olvido ,sobre todo tras la negativa que le fioNorman Mailer en el casting de una de sus obras.

Por otra parte, esa gente supuestamente guapa no es otra que la troupe de Warhol a quien Dylan describe en otro párrafo de la canción como un «Napoleón en harapos» que embauca a otros embaucadores con su lenguaje falaz: los adorares efímero de una musa que cambió su bello rostro por la faz espectral de la tragedia.

Por último diré que, atendiendo a la simultánea conexión temporal de sus personajes y sabiendo fehaciente que la relación entre Dylan y Sedgwich fue atormentada, no me extrañan esos giros metafóricamente surrealistas y deliberadamente sarcásticos que aportan una exegesis más clara conociendo la sórdida historia que hay detrás, mietra los encuentros entre Dylan y Edie se multiplican a raíz del traslado de esta al Hotel Chelsea.

Otro dato revelador es la presencia de Sedgwich entre las mujer que aparecen en el interior de la portada del disco «Blonde on blonde, disco en el cual se encuentra otra canción cuya inspiración se le atribuye : » leopard skin woman».

Edie podrá no aparecer en el film de Marigold, pero cuanta con un documento cinematográfico que recoge durante varios años los sucesos de su autodestrucción, entre ingresos en psiquiátricos y desprecio social . Este fue estrenado en 1971, meses después de la muerte de su protagonista, y tiene un título estremecedor: » Ciao Manhatan «.

JOAN BAEZ Y SUZI ROTOLO….¿PERO NO SARA LOWDS?

Si existe una ausencia chocante, esta es la de Sara: esposa de Dylan desde 1965 hasta 1975 con quien además tuvo varios hijos, entre ellos, el también cantautor Jakob Dylan (Zimmerman?; ella es la persona que descoloca a Joan Baez y a Suzi Rotolo, y hasta a una displocente Edie Sedgwich. Por no decir a otras muchas que permanecen en la sombra.

Con todo, podemos conocer la propia versión, también cinematográfica, aunque surrealista de la relación con Sara : esta está implícita en el film «Renaldo y Clara ; donde Clara no es otra que la misma Sara ; film que Bob describe como » un canto de amor a mi esposa» .Curiosamente, en la película también interviene una Joan Baez quien siempre la tercera en discordia.

Pero hubo más:

BOB Y LAS MUJERES

La discografía de Bob Dylan está plagada de referencias a mujeres, unas fueron sus amantes y compañeras, y otras objeto de ensoñación y delirio poético que siempre dio grandes resultados . La influencia en su inspiración es tal, que incluso que luego fue reciclada «Song to Woody» fue reciclada para ofrecérsela al maestro, ya que en realidad inicialmente estuvo dedicada a una mujer.

Centrándose en dos relaciones y, además, con manifiesto maniqueísmo : Joan parece la mujer fuerte mientras que Suzi- Silvie parece la gran víctima del desamor la prlicula peca de reduccionismo. Existen muchas canciones escritas por Dylan en las cuales figura un nombre femenino en su título.

Otras lo hacen en su letra:

La premisa principal de la canción «I Shall be free» recrea una improbable llamada telefónica de John Kennedy a un Dylan a quien pregunta por las necesidades perentorias del EE.UU.

La respuesta es una muestra de absurdísimo, humor corrosivo y alta testosterona:

Dije mi amigo, John ,Brigitte Bardot, Anita Ekberg, Sophia Loren

¡ELLAS SON LA SOLUCIÓN DE TODOS LOS PROBLEMAS DEL PAÍS!

No está registrado fehaciente que el músico se haya relacionado con esta estrellas, pero si en variante equiparables dentro del negocio musical: Nicolás y Marianne

LA ACTUCIÓN QUE LO CAMBIÓ TODO

Habían pasado tan solo 5 días desde que salió a la venta el single «Like a Rolling Stone» cuando este fue presentado oficialmente en Newport. Los resultados fueron espectaculares, gracias al buen hacer de unos músicos extraordinarios

– LA BANDA:

Al Kooper a los teclados

Mike Bloomfield a la guitarra

Jerome Arjold al bajo

Barry Goldberg al piano

Mike Bloomfield era la gran sensación del Greenwich Village y, sin duda, el mejor guitarrista norteamericano antes de que apareciera Jimi Hendrix. Al Kooper era un guitarrista que no podía competir con Bloomfield, pero que cuando se puso al control del órgano, logró una intro memorable para «Like a Rolling Stone» que siempre celebraremos. Goldberg: uno de los grandes talentos de la Paul Butterfield blues band.

SET LIST

El tema más explícito del breve concierto provocador fue sin duda» Maggie’s farm». Este tema especialmente relevante en la vida personal y en la carrera de Dylan, es además la gran estrella de la cara eléctrica del álbum «Bringing back at home». Su letra relata una diatriba contra la explotación laboral ; extrapolando esta a la situación de Dylan, encontrándose una obvia similitud con la férrea opresión que la «pandilla purista», tal y como el personaje interpretado por Chalamet la describe , ejercía sobre el músico. En film se muestran con brío los primeros efectos de la tremenda sacudida emocional que supuso este tema que abrió el show. Un público estupefacto que comienza a proferir «¿qué ruido es este, Bob? «, para continuar con un previsible ¡JUDAS! tal como adelantaba en el inicio de este texto.

Tengo que decir que este tramo final del film me parece el más logrado y convincente. El resultado es trepidante. El contraste entre la desesperación de los intransigentes puristas y los insolentes jóvenes músicos puede palparse con una asombrosa fisicidad ; Norton – Seeger corre de un lado a otro ofuscado , intentando finalmente estropear la mesa de control de sonido. El público mientras tanto asiste atónito a una a una actuación- oráculo que describe el porvenir .Pero el sector recalcitrante insiste en confundirlo con la escatología , ante lo cual Dylan responde con un abrupto ¡No les creo! Golpe de guion inspirado.

Pero el la línea de diálogo más brillante del tramo que recrea la llamada «controversia eléctrica» de Dylan viene dado por un preámbulo que cronológicamente ocurre unas hora antes: «tu vendes velas y él bombillas»; frase lapidaria que el personaje de Grossman lanza sobre el de Seeger. Sintetizando magistralmente la fuerza con la cual, la «electricidad» estaba llevando a cabo los vaticinios de uno expuestos en uno de sus mejores temas: » The times they are a- changin «; aunque Seeger y la » pandilla purista » continuaran pensando que se refería a otra cosa.

 

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