Calle Música. Antonio Álvarez

Calle Música Antonio Álvarez

Calle Música. Ahí está todo, dos palabras que se buscan en una esquina, se encuentran y dan sentido a muchas cosas. Antonio Álvarez camina por la calle de la música con naturalidad, asoleándose. “Quiero abrazarme a una nube”, es lo primero que dice, y sabes que tú también.

La canción se llama “Un segundo de belleza” y esa imagen del hombre abrazado a lo imposible colma la idea de belleza. Son cosas que suceden en una tarde cualquiera. Antonio extrae de lo cotidiano poesía y música, y una filosofía del pasar por la vida que se hermana con los sonidos del pop que le alejan del cantautor al uso. “Todos los caminos de la tierra son principio y final”, le oyes decir antes de que un solo de guitarra nos invite a paladear sus palabras, a entrar en ellas, solo para encontrarnos sin darnos cuenta en un laralalá lalalá, máxima expresión de música festiva. Aparecen sonidos del amanecer Beatle en escenarios blancos y luminosos, calles y costa almeriense. “La gran dulce alianza” es una rosa de los vientos, expuesta a la canción pop británica y al indie patrio, a la canción de autor y la canción del verano. “Calle Música” es fiesta y es carnaval, es orquesta en la plaza del pueblo, invitación a bailar, pide palmas y sonrisas, balancearse con el saxo, seguir con los labios los coros de Laridi.

Solo tres canciones y el azul del cielo y la cadencia de la Andalucía Oriental te liberan de los pesares y te introducen en un pequeño mundo de maravilla, “Plancton”, y la habilidad de Álvarez para el fraseo te sumerge en la canción, te sube y baja por la melodía, te hace saborear cada palabra de esta historia de dos que se hablan y casi no te atreves a romper su intimidad, solo escuchas. En esta colección de canciones estás siempre en brazos de algo o alguien, y en “La taberna del irlandés” te refugias en la nostalgia y los recuerdos. “Es el tiempo el que te enseña”. Álvarez te enseña como el tiempo que le enseña, y si es domingo podríamos estar con él en la taberna. Buenos días, Antonio. Y él te contaría una historia, porque tiene muchas para contar. Subrayados de armónica y saxo puntúan la que se cuenta en “Envuelto en llamas”, canción en la que muere el día y nace la noche, qué cosa más trivial y sin embargo no lo es porque hay una pregunta que hace único el momento: dime cuándo te volveré a ver. Puede ser esperanza o melancolía, pero no lo dudes: la música coge vuelo recordando a aquel Elvis que no se maquillaba ni vestía lentejuelas.

Entramos en los momentos más exquisitos del disco, la despedida en tres canciones y una propina. Sobre una falseta de taranta se edifica “Una noche en la Isleta”, la memoria del corazón, de los años idos, la noche efímera como la juventud y la belleza, y se hace presente la voz de las viejos y la enseñanza, y la canción muere en la orilla, en ese segundo de belleza. “Verano Naïf” es delicia pop y rumbera como no se conocía desde que nos dejó el Gato, vuela bajo y cerca del alma, cumbre del cancionero que se canta sola, se baila sola, se sueña sola. “Un par de cervezas” suena toda ella a despedida y lo es, en todos los sentidos. Es country de la costa del sureste, fin de jornada, sensación de que el viaje continúa. La coda es una balada llena de sonidos que nos llaman, voces que nacen de una garganta o una guitarra, del temblor de una armónica, de unos coros que se hunden en la melodía. Se llama “Las palabras llegan de improviso”. Así es, si así lo dice Antonio Álvarez.

Escrito por
More from Juan J. Vicedo

Moses Rubin en el Fillmore Huertano

Moses Rubin actuó en el Fillmore Huertano de Elda-Petrer, el sábado 6...
Leer Más

Deja una respuesta

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.