Fargo Avenue, y sus dos lobos Eduardo G. Oñate y Mario Rico se metieron en la cálida cueva de los estudios Paco Loco el pasado 2011, a finales de ese mismo año, vieron al demonio, aquel de la avaricia y del deseo ardiente, sí, el de los ojos mórbidos, a las nueve punto diez para avisarnos de la difusión de su disco debut «La Violencia Elegante», otro de los mejores discos nacionales del pasado año, compuesto por trece pequeñas historias bajo ese recoveco de la Americana Music.
Eduardo y Mario, camaradas en el anterior proyecto Peligroso D.F, unen sus fuerzas en este prometedor grupo, Fargo Avenue, con un fantástico disco de trece canciones ácidas y refinadas en «La Violencia Elegante».
Gerard Pámies, Alez Albala, David «Chuelo» López y Daniel «Kapi» Medina, son los otro cuatro demonios que han configurado «La Violencia Elgante», este primer viaje de la banda barcelonesa, apoyándose en influencias Folk, Blues, Rock y Soul con un sonido bastante sólido y propio con esas guitarras cavernarias y los maravillosos sonidos provenientes de las Hammond y Rhodes.
Fargo Avenue, si no les suena el nombre, vayan despertando, «La Violencia Elegante» es una verdadera delicia, un disco repleto de secretos guardados en su memoria, disco de odio, de historias de camas revueltas y sin deshacer para «follarte a medianoche» como narra su magnífica canción «9.10», de boxeadores, reproches, sueños atormentados, y de hombres de poca fe.
Escucha «La Violencia Elegante» de Fargo Avenue.
«Todo es frágil», «Cuarta Planta», «Invitados de honor», «John Rambo», «Ahógate», «Lágrimas Fáciles», «Diablo», la propia «9.10», o «Historia de pequeñas historias» son canciones encarnadas en ese espíritu Traveling Wilburys-Wilco, con un pequeño George Harrison trajeado de Fargo Avenue.
«La Violencia Elegante» se escucha de un tirón, canciones de carne cruda y huesos que van directamente al corazón, ruge el lobo Fargo Avenue, de los colmillos rotos que te susurra en este disco que debes escuchar, si no quieres que el diablo te muerda o clave sus garras en la yugular.
