Un reportaje fotográfico de Juan Carlos Pestano (Dirty Rock) en Valencia.
The Sadies.
Venue: Sala Wah Wah, Valencia
Fecha: jueves 30 de enero de 2014
Una vez más, este pasado jueves volvimos a tener -y van tantos- un nuevo ejercicio de eclecticismo moderno interpretado por The SADIES, grupo canadiense donde los haya, allá por el confín nevado y alejado del mundo mundial (aparentemente).
Es la nueva psicodelia ……………. UUUUUUUUUUUUUUUh, ahora de country & western … de ya no se que época, ………….. mmmmnnn …. (barajen los lectores la década y escojan la que ustedes quieran: los 60’s –The Byrds-; los 80’s –los Bunnymen– y, hasta los noventa, cansadamente tardíos -tal como los mismísimos Oasis-). La formula del cocktail SADIES es bien sencilla, acorde con la nueva gastronomía agresiva-moderna globalizada -tipo Adriá-: cójase un saco firme o bolsa bien grande; métase en ella las patillas de Neil Young -canadiense-; la actitud agresiva punky y farruca ante el escenario de los Violent Femmes -pseudocanadienses-; el atrevimiento rockabilly de Elvis y sus herederos, con unas gotas de la Sun Records -de Memphis-; agítese bien; golpéese el resultado con mesura, añadiendo a la mezcla resultante limpios acordes británicos de los Beatles, The Who, Los Kinks, Paul Revere and the Raiders, los primeros Fleetwood Mac y de sampleados guitarreros de los grooovy-pop’s groups ingleses y garajeros americanos, años sesenta y look tipo New Cock Dolls; un poquito de radio-fórmula yanqui de FM, al alcance de todos los públicos; un golpe de misterio BSO tarantiniano, que se ve venir de lejos para los aficionados al cine; muchos hielos por encima granizados en forma de ola con cara de Dick Dale, con picados fritos congelados de fantasía del Rebel Rouser de Duane Eddy y hasta del ‘Yo para ser feliz quiero un camión’ -(¡¡/¿¿¿ donde lo copiaron … !!/???)- de aquel artista de cuyo nombre no quiero acordarme. Añádase a la mezcla y bien dentro del saco (o Big-Big Bag) toques de menta sureña con tres guiños de Johnny Cash, Led Zepp y hasta de los muy británicos Jam en cuanto pose, ritmos y coritos de la pareja de los buenos hermanos -‘brothers Good’, Travis & Dallas– protagonistas del bolo y del combo; súmenle al brebaje unas gotas de angostura velvetiana y dos guitarras (Gretsch y Fender -de los buenísimos hermanos-) respondonas que dan pie a todo. Pruébese el resultado con moderación, no vaya atentar contra su estómago. Una vez colados los elementos más chirriantes de la fórmula, sírvase en copa templada, pese al frío del país origen del producto. Bébanlo con precaución. Degústese y contacte con su proveedor habitual. Comente luego el resultado para el bien de la banda en su página web -ya que el mundo de ahora es muy ‘mod-delno’-.
Vídeo de The Sadies durante su concierto en Madrid el día 29 de enero en la sala Shoko. Imágenes cedidas por Jorge T. Gómez.
Estos son The SADIES, una banda canadiense con efectos variantes, que llevan ya un largo recorrido (más de 15 años) en los escenarios. Los canadienses, salvo los que emigran a California (Neil Young/Pamela Anderson/The Band) son gente fría y mezclada. Un poco como de melting pot, pero en blanco caucasiano. Allí no hubo demasiados esclavos. No se sabe si su música suena europea, americana o de chanson française acelerada con ritmos surferos, bluegrasseros o rocanroleros, amén de ese toque definitivamente country que despista al más atento. Personalmente prefiero a los Arcade Fire, pero estos tíos realmente en directo no están nada mal. Su mise en scène es bastante sencilla, pero atractiva. Tres mendas muy altos, salvo el bajista bajito, cuyo instrumento -acústico, como mandan los cánones- le supera en tamaño, pero contrarresta ese handicap el muy arrecho con su fresca habilidad y sus zapatos de cocodrilo azul. Cazadoras muy molonas para todos y de brillos Ajáx. El drummer, muy correcto, tiene un aire a Billy Murcia -si, el primer batería de los Dolls-, incluso en la forma de coger la baquetas. A Travis (el brotha’ Good de la Gretsch, que se suelta con violín en un par de canciones) le hace falta un corte de pelo. Suda mucho. En cambio, a su hermano Dallas Good le sobresatura actitud fusilada del Padre Weller, pero va sobrado en el escenario, suelto tanto en las voces como en el guitarreo. Ambos se alternan en la interpretación de los temas del bolo.
Felicidades al técnico y al local (WAH-WAH) por la acústica, magnífica, quizás debido el efecto a que el aforo no estaba completo, pese a la presencia de ilustres figuras locales como Josh Rouse, amorosamente afincado en esta nuestra bella tierra valenciana. Mezclas poco ortodoxas de estilos bañaron la actuación, que resultó francamente atractiva en muchos momentos, sobre todo debido a que la mayoría de los temas eran de -generalmente- corto tiempo y el público estaba entregado, propiciando una proximidad que se acentuaba según el grupo desgranaba sus principales éxitos: ‘So Much Blood’ o ‘Leave This World Behind’ y ‘Tiger, Tiger’ sonaron acorde con los vinilos publicados; ‘Starting all over again’ & ‘The very beginings’ justificaron su último redondo, regalándonos entremedio covers de Elvis -impagable ‘Wearin’ That Loved On Look’ (1969)- y de la extraña pareja countrybilly americana The Louvin’ Brothers, su ‘There’s a higher power’ (1959), tomado del álbum ‘Satan is Real’……. Un highball realmente imbatible. Podéis pegarle un vistazo a la lista de canciones que se acompaña a la crónica, y loar a la higiene de su rescatador, pues el documento estaba cierta y merecidamente bien sudado.
Una buena actuación más … y van ………………. B-B-BRRRRRRRRRRRRRRR …
Esperemos que un día alguien nos ofrezca algo nuevo.
By: Aleardo Sforza.
PS. Las citas o autores y nombres de interpretes fuera de actuación que se recogen en el texto están tan solo en el retorcido magín del abrumado cronista. Cada uno puede interpretar las cosas a su bola, o, como dicen los finolis, a su manera (Comme d’habitude/ My Way/ ver doctrina Sinatra/Vicious en la web).